Revista Farmacéuticos - Nº 134 - Julio/Agosto 2018 - page 8

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Pliegos de Rebotica
2018
el color a la fotografía, dibuja
exquisitamente tanto temas artísticos
como anatómicos, pinta con calidad
estimable, graba en madera, publica no
sólo para científicos, sino también con afán
divulgador, escribe cuentos y ensayos y
aún le queda tiempo para acudir a las
tertulias de café y cultivar el debate
enriquecedor y las relaciones amistosas.
Por eso, no es de extrañar que Pedro
Laín Entralgo calificara de “homérica”
la figura
cajaliana
.
Probablemente la histológica y la microbiológica son dos
de los tipos de investigación que mejor encarnan la doble
condición –curiosidad y satisfacción– del instinto
creativo, pues seguramente pocas personas como el
investigador de estos campos en el momento supremo
de su trabajo experimenta tan a menudo la inigualable
sensación de integrar lo desconocido en lo conocido, ni
vive con tanta frecuencia la gratificante sensación estética
de las formas, las composiciones artísticas con las que
aparecen a su aguda mirada microscópica las distintas
formaciones celulares, las neuronas, las bacterias y
cuantos microorganismos son objeto de su investigación.
Si al explorar los paisajes histológicos del organismo
animal, afirma su disposición a “deletrear con delectación
el admirable libro de la organización íntima y
microscópica del cuerpo humano” y se asombra ante
“esa obra maestra de la vida” que era la textura fina del
sistema nervioso, en sus incursiones en la Bacteriología
Cajal reconoce la importancia de “saber ver” en lo
pequeño:“¡qué de cuestiones de alta humanidad laten en
el misterioso protoplasma del más humilde microbio!”,
así como la necesidad de conocer no sólo las bacterias
infecciosas, sino también los “inofensivos microbios
pululantes en las infusiones y materias orgánicas en
descomposición”, ya que de ellos depende que el planeta
resulte habitable para el hombre.
Esa belleza de la observación científica es la que
seguramente atrapó a lo largo de su vida a personajes
como Leuwenhoek, Pasteur, Koch, Ehrlich y, sin duda es la
que atrajo también a Ramón y Cajal.Así lo hace ver el
sabio aragonés:
“Afirma Carlos Richet que en el hombre de genio se
juntan los idealismos de Don Quijote al buen sentido de
Sancho.Algo de esta feliz conjunción de
atributos debe poseer el investigador,
temperamento artístico que le lleve a
buscar y contemplar el número, la
belleza y la armonía de las cosas, y sano
sentido crítico capaz de refrenar los
arranques temerarios de la fantasía y de
hacer que prevalezcan en esa lucha por la
vida entablada en nuestra mente por las
ideas, los pensamientos que más
fielmente traducen la realidad objetiva.
Ante el científico está el Universo
entero apenas explorado; el cielo
salpicado de soles que se agitan
en las tinieblas de un espacio
infinito; el mar, con sus
misteriosos abismos; la tierra
guardando en sus entrañas el
pasado de la vida, y la historia de
los precursores del hombre, y,
en fin, el organismo humano,
obra maestra de la creación,
ofreciéndonos en cada célula
una incógnita y en cada latido un
tema de profunda meditación.
(...) la emoción placentera asociada al acto de descubrir
es tan grande, que se comprende perfectamente aquella
sublime locura de Arquímedes de quien cuentan los
historiadores que, fuera de sí por la resolución de un
problema profundamente meditado, salió casi desnudo de
su casa lanzando el famoso
Eureka
:‘¡Lo he encontrado!’.
¡Quién no recuerda la alegría y la emoción de Newton al
ver confirmada por el cálculo, y en presencia de los
nuevos datos aportados por Picard con la medición de
un meridiano terrestre, su intuición genial de la atracción
universal! Todo investigador, por modesto que sea, habrá
sentido alguna vez algo de aquella sobrehumana
satisfacción que debió experimentar Colón al oír el grito
de ¡Tierra! ¡Tierra! lanzado por Rodrigo de Triana.
Este placer inefable, al lado del cual todos los demás
deleites de la vida se reducen a pálidas sensaciones,
indemniza sobradamente al investigador de la penosa y
perseverante labor analítica, precursora, como el dolor al
parto, de la aparición de la nueva verdad.Tan exacto es
que para el sabio no hay nada comparable al hecho
descubierto por él, que no se hallará acaso un
investigador capaz de cambiar la paternidad de una
conquista científica por todo el oro de la tierra (...)”.
Pero la creatividad del genio aragonés se hace notar no
solo en la ciencia, sino también en sus incursiones en la
ciencia-ficción. Hace años García Durán y Nana Ramón y
Cajal rescataron uno de los cuentos iniciales:
La vida en
el año 6000
, en el que el autor, datos cronológicos al
margen, muestra su poder de predicción y nos asoma a
un futuro hecho hoy realidad en una buena parte:
“Claro, en vuestro tiempo obtuvisteis la urea y
sintetizasteis las grasas, pero hoy construimos los
albuminoides a bajo precio y todos los
principios inmediatos necesarios a la
vida.Aquellos huevos que esta mañana
almorzasteis son artificiales y estaban
destinados a obtener en las estufas
vesículas blastodérmicas y pollos
artificiales. Pero más os maravillaréis si
supierais que en la culta hotentotia se
están fabricando mamíferos artificiales y
que está en estudio la fabricación humana
a buena marcha. Hasta ahora se han
conseguido óvulos de construcción
nueva, que tienen la propiedad de
evolucionar cuando se los inyecta en
1,2,3,4,5,6,7 9,10,11,12,13,14,15,16,17,18,...52
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