Revista Farmacéuticos - Nº 134 - Julio/Agosto 2018 - page 9

Pliegos de Rebotica
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una matriz femenina y se le fecunda artificialmente. Falta,
sin embargo, algún punto de detalle que esperamos
resolver en breve. Por lo demás, todas las academias
sabias esperan con impaciencia este descubrimiento,
cuyos nuevos incidentes son vistos y telegrafiados por
aparatos especiales a todas las oficinas del Estado. Este
interés depende de la controversia acerca del papel de la
herencia en el progreso humano. Hay quien supone que
el hombre máquina será un imbécil porque no ha podido
heredar todas las disposiciones embrionarias del cerebro
que han preparado el desarrollo actual. Quien defiende al
contrario, que esta nueva obra de la industria será un
modelo de la raza, un hombre sin pecado original, exento
de todos los prejuicios que el largo errar de los siglos
han precipitado sobre el cerebro, un hombre sin padres y
por tanto sin sentimientos ni adherencias morales que
deriven inútilmente sus corrientes nerviosas, un hombre
sin ideas teológicas, históricas, lingüísticas, debe ser un ser
perfecto, capaz de sentir la verdad y cultivar la ciencia
con un éxito extraordinario.
¿Pero cómo se ha realizado este progreso?
Porque ya ha penetrado el hombre todos los resortes de
la estructura del óvulo; sí, en este conocimiento se
fundan los progresos; ha averiguado todos los principios
inmediatos de que el protoplasma se forma, las leyes de
su distribución, ha arrancado el secreto de la química
celular, que consiste principalmente en la elaboración de
fermentos y su acción sobre las materias asimiladas. Ha
llegado a ver en qué puntos reside el movimiento
evolutivo, cuál es su ley y el por qué de la reproducción
de los órganos y de las formas filogénicas. Ha sabido
después, imitando los procederes químicos de la
naturaleza, hacer principios inmediatos, los ha moldeado,
en fibras, en membranas, ha rodeado a éstas de sus
condiciones normales de vida y desarrollo y han vivido y
desarrollándose. En esta labor han transcurridos muchos
milenios y para darla cima han tenido que descubrir
nuevos cuerpos, trabajando tenazmente los sabios de mil
naciones. El primer ser artificial que se obtuvo fue un
micrococo de una millonésima de milésima de milímetro
de diámetros.Tras él vinieron otros y hoy no hay
bacteriólogo que necesite sembrar sus caldos para
obtener ricas cosechas de
microbios.
Así hemos logrado
obtener familias de
filósofos meditabundos
con codos cartilaginosos,
zapateros con
callosidades en las nalgas,
razas de devotos con
bolsas serosa
permanentes y
hereditarias en las
rodillas, boxeadores con
puños colosales, herreros
con zarpa de tornillo y
bailarinas con pantorrillas
auténticas.
Pero estas selecciones desaparecieron por inútiles dando
paso a las selecciones intelectuales. Hoy sólo de cuando
en cuando surge algún imbécil que otro, que figura como
rara avis
en los museos de plantas (...)”.
Serendipia o azar y mente preparada
Seguramente Santiago Ramón y Cajal no llegó a conocer
el término “serendipia”, neologismo incorporado
recientemente al idioma español como traducción de la
palabra inglesa serendipity, ni su origen –el vocablo fue
acuñado por el escritor británico HoraceWalpole a
mediados del siglo XVIII como consecuencia de la
impresión que le produjo la lectura de un cuento oriental
sobre las aventuras de
Los tres príncipes de Serendip
, los
cuales poseían un don especial, aunque difícil de explicar:
hacían continuamente descubrimientos por azar y
sagacidad de cosas que no se habían planteado–. Pero de
lo que sí estamos seguros es de su convicción de que no
todos los descubrimientos científicos están basados en el
método, el rigor y la planificación. En ocasiones, la
creación técnica y el hallazgo científico son fruto del azar
y del encuentro accidental, eso sí, ligados a la intuición, la
destreza y sagacidad del investigador para reconocer las
posibilidades de lo hallado.
La palabra
serendipity
se encuentra actualmente en todos
los diccionarios de inglés y sirve para designar “la
capacidad para realizar descubrimientos agradables e
inesperados enteramente por azar o casualidad”. Esta
capacidad o habilidad implica no sólo una cuestión de
“auténtica buena suerte”, sino también una visón sagaz
siempre atenta a lo inesperado y nunca conforme con lo
aparentemente inexplicable. De alguna manera, reflejaría
la condición ya expresada perfectamente por Louis
Pasteur:“En los campos de la observación, el azar
favorece sólo a la mente preparada”.
Al contrario de lo que ocurre con el término inglés,
serendipia
no se encuentra todavía en los diccionarios de
español, aunque se viene utilizando como neologismo en
la literatura científica desde que hace un cuarto de siglo
el traductor del libro
Serendipity. Accidental Discoveries
in Science
(R. M. Roberts), expresara ésta como
“condición del
descubrimiento que se
realiza gracias a una
combinación de accidente
y sagacidad”. Quizás el
equivalente más apropiado
en español sería el
término “chiripa”, que
sirve para expresar de
forma un tanto castiza la
casualidad afortunada.
La suerte es de quien la
busca
, dice el refrán
castellano. A lo largo de
la historia, delante de los
ojos humanos han
pasado de forma
Autora: Maite Corcuera
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