NUESTROS POETAS
Carlos Fernando Belli
Ad ipsum
Una noche recuerdo allá en mi Nicaragua.
Oscuros aposentos de sombra familiar
y la respiración de mi madre, suspiro o llanto
sigiloso sobre el pecho del hijo que parte al amanecer
por mi separación, por la separación de todo lo querido.
Por recobrar al menos las cartas que ella me escribiría
desde su corazón.
Hoy tengo un hijo y se lo he dado al mundo
y vuelve rauda como el recuerdo
la noche aquella en que mi pecho,
ignorante, ya sufría estas líneas.
Sextina de los desiguales
Un asno soy ahora y miro a yegua,
bocado del caballo y no de asno,
y después rozo un pétalo de rosa,
con estas ramas cuando mudo a olmo
en tanto que mi lumbre de gran día
el pubis ilumina en la noche.
Desde siempre amé a la secreta noche
exactamente igual como a la yegua,
una esquiva por ser yo siempre día,
y la otra por mirarme no más asno,
que ni cuando me cambio en ufano olmo
conquistar puedo a la exquisita rosa.
Cuánto he soñado por ceñir a rosa
o adentrarme en el alma de la noche,
mas, solitario como día u olmo
he quedado y aún ante la yegua,
inalcanzable en mis momentos de asno.
Tan desvalido como el propio día.
EL VANIDOSO
Yo sería un gran muerto.
Mis vicios entonces lucirían como joyas antiguas
con esos deliciosos colores del veneno.
Habría flores de todos los colores en mi tumba
e imitarían los adolescentes mis g estos de júbilo,
mis ocultas palabras de congoja.
Tal vez alguien diría que fui leal y bueno.
Pero solamente tú recordarías
mi manera de mirar a los ojos.
Al silencio
Oh! voz; única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.
14
Pliegos de Rebotica
2018