Revista Farmacéuticos - Nº 128 - Enero-Marzo 2017 - page 22

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artolomé Esteban Murillo, nació en Sevilla en
1617, se supone en los últimos días del año,
al ser bautizado el 1 de enero de 1618 en la
iglesia (hoy de la Magdalena) del antiguo
convento de los Dominicos.Año singular el
de 1617 en la historia de la ciudad ribereña del
Guadalquivir por el decreto pontificio, firmado por el
papa Paulo V, en el que se declaraba la veneración, no
todavía el dogma, de la Inmaculada Concepción de
María, cuyo símbolo iconográfico, y bastante más, brotó
de los pinceles del consagrado pintor barroco. La
declaración dogmática no llegó hasta 1854 gracias a la
proclamación pontifica solemne de Pio IX en la bula
Ineffabilis Deus
. Por consiguiente, 2017 significa la
conmemoración del cuarto centenario del nacimiento
de un artista, que permaneció siempre en la ciudad que
le vio nacer, máximo exponente del Barroco.
El decreto pontificio de PauloV,
Sanctissimus Dominus
Noster
, de 31 de agosto de 1617 decía: "En adelante (...)
nadie se permita afirmar públicamente en sermones,
lecciones o conclusiones y otros actos de cualquier
naturaleza que la Santísima Virgen fue concebida en
pecado original". Indudablemente un buen adelanto del
dogma definitivo muy posterior en el tiempo.
Documento papal que ponía fin a un levantamiento
ciudadano, acaecido en la ciudad de Sevilla, que duró un
lustro (1613-1617), contra los que se oponían a
considerar como verdad incuestionable la inmaculada
concepción de María. Una lucha ideológica y teológica, y
algo más, entre los dominicos (contrarios al dogma
inmaculista) y los franciscanos y jesuitas, favorables.Y algo
más porque el pueblo tomó la palabra y la acción.
Todo comenzó el 8 de septiembre de 1613 con motivo
de la predicación del prior del Convento dominicano de
Regina Angelorum, Domingo de Molina, al afirmar que
María nació como cualquier otro mortal, es decir, bajo el
signo del pecado original:
Como vos, como yo y como
Martín Lutero
. Prédica que incendió las conciencias, más
que nada por la alusión directa a Lutero.A partir de ese
momento la concepción inmaculada de María se convirtió
en el centro de atención del pensamiento teológico por
parte de los teólogos oficiales de las órdenes religiosas,
pero también por los 'teólogos espontáneos' exaltados
del pueblo. Estalló
The MarianWar
(La guerra de María),
en opinión de Kendrik.
El historiador Antonio Domínguez Ortiz describe con
acierto tal efeméride de la historia de Sevilla: "He
usado la palabra explosión y no creo que sea
exagerada, porque la devoción a la Inmaculada
Concepción de María, que ye se venía gestándose
tiempo atrás, adquirió en el segundo decenio de aquel
Siglo (XVII) caracteres de auténtica conmoción
popular, incluso con problemas de orden público". Esa
era la situación popular conflictiva entre fervorosos y
detractores que la bula pontificia de 1617 aplacó. Una
consecuencia más de la atmósfera contrarreformista
que envolvía a la sociedad hispalense del XVII, que
siguió a la Reforma Luterana y a la imposibilidad de
retorno a la unión cristiana en una única fe, tras la
clausura definitiva del Concilio de Trento. En realidad,
también, fue el triunfo de la teología del pueblo,
frente a las desavenencias de las órdenes religiosas.
En esta concatenación de circunstancias sociales y cuerpo
ciudadano bien definido, en las manifestaciones religiosas
compartidas, vino al mundo Bartolomé Esteban Murillo.
Sus primeros pasos y aprendizaje en el taller del Juan del
Castillo, bebiendo en el alba de su despertar artístico de
los aires del naturalismo, aunque progresivamente fue
desarrollando una amplísima muestra plenamente
barroca, muy especialmente en la veintena de Inmaculadas
que salieron de sus pinceles y en las creaciones amables,
aunque hondamente reales y humanas, hasta familiares, de
tonos suaves y delicados, a veces bañadas de luz tenue y
dorada, teñidas de color, de tantas escenas cotidianas de
niños desasistidos y mendigantes, por ejemplo.Algunos
arquetipos de la picaresca española están bien
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Pliegos de Rebotica
´2017
La gloria inmaculista de
Bartolome Esteban Murillo
Joaquín Herrera Carranza
Autorretrato, 1670 - 1673, Murillo.
The National Gallery, Londres.
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