Revista Farmacéuticos - Nº 128 - Enero-Marzo 2017 - page 16

proclive al engaño y a ceder a las tentaciones. Una
de sus fuentes de inspiración preferida fue la cultura
popular. Los refranes, los dichos, las costumbres y
leyendas, las supersticiones del pueblo le dieron
múltiples temas para tratar en sus cuadros. En sus
obras relaciona motivos astrológicos, de folclore,
brujería y alquimia, así como el tema del anticristo y
episodios de las vidas de santos ejemplares. El
resultado es un ecléctico estilo iconográfico propio
de finales de la Edad Media.
Da a los objetos de uso cotidiano un sentido diferente
y convierte la escena en un momento delirante, lleno
de simbolismos.Todos sus cuadros están impregnados
de un sentido del humor burlesco, a veces cruel. El
Bosco vivió en un mundo también cruel: en los estados
y en los terrenos rurales se imponía la ley del más
fuerte; las enfermedades endémicas y las epidemias
diezmaban a la población, cuando no se trataba de
guerras mantenidas durante años; el analfabetismo
alcanzaba a un 90% de la población, que tenía una
esperanza de vida de poco más de cuarenta años. El
mundo religioso estaba tan presente o más como los
fenómenos cotidianos. En un mundo donde no se sabía
leer ni apenas existían imágenes, los cuadros del Bosco
presentaban una realidad tan cotidiana como los
trabajos del campo. La presencia continua del pecado y
la amenaza del infierno eran ley de vida. El artista vivió
en una época de crisis espiritual muy profunda, que
condujo poco después a la ruptura del mundo
cristiano. El Bosco prácticamente pintó sólo obras
religiosas; su piedad era extrema, rigurosa, y presentaba
un mundo enfangado, que se revolcaba en el pecado,
casi sin esperanza de salvación; ve a sus congéneres
pudriéndose en el Infierno por todo tipo de vicios.
Otra interpretación aceptada con gusto por un
sector de los estudiosos del arte quiere ver en la
obra del Bosco a un predecesor del surrealismo y de
la pintura psicológica que ocuparon un espacio
importante entre las corrientes artísticas del pasado
siglo XX; se le tiene como un visionario de lo que la
mente de algunos artistas sólo alcanzaría a reflejar en
los lienzos más de cuatrocientos años después de su
muerte. El Bosco recoge, porque es inmediato
heredero de ella, la tradición simbolista medieval
cuyo entendimiento iba a irse perdiendo
precisamente a partir del siglo XVI en la mayor parte
de Europa aunque se mantendría aún por bastante
tiempo en la concepción artística y espiritual de
España. De ahí quizá que en nuestra patria tuvieran
especial aceptación las abigarradas creaciones de este
pintor.Y que un personaje como Felipe II, cuya vida
transcurrió varias décadas después de la muerte del
Bosco, fuera tan aficionado a su pintura que
encargase a sus emisarios en Flandes la compra a
cualquier precio de todas las obras del artista que
pudieran encontrar y las enviaran a sus colecciones
del asimismo cargado de simbolismo monasterio de
El Escorial.
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Pliegos de Rebotica
´2017
El Bosco, Cristo coronado de espinas.
El Bosco, detalle de Las tentaciones de san Antonio Abad.
El Bosco, detalle de El Jardín de las Delicias.
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