E
E
spaña y Bélgica, además de los
muchos hechos políticos, literarios
y artísticos, tienen una historia
común en un alimento que ha
sido desde moneda
1
hasta botín
de guerra, pasando por medicamento. Es el
chocolate un descubrimiento de los
conquistadores españoles que había
adquirido una extraordinaria importancia
en la cultura precolombina.
Muy pronto
empezaron a apreciar
los españoles del
siglo XVI el
tchocoatt de los
aztecas, lo que hizo
que “
el primer
cargamento llegado de
Veracruz se vendiera
como rosquillas, a
pesar de su precio
”. Y
aunque hay dudas
sobre quién trajo a
España las primeras
habas de cacao,
Colón o Cortés, de
lo que no hay duda
es de que los
españoles fuimos los
primeros europeos
en conocer y
consumir el chocolate,
algo que ha quedado
para siempre en
nuestra tradición.
La popularidad del chocolate en jícara
entre las damas españolas del siglo XVI fue
tal que incluso se las llevaban a la Iglesia,
dando lugar a plantearse
si rompía el ayuno
,
algo resuelto en un interesante Tratado por
el Padre Hurtado, del Consejo Supremo de
la Inquisición, publicado el 22 de noviembre
de 1642. En el mismo se determina, en
base a “
razones de fe y la autoridad de Santo
Tomás
”, que el chocolate bebido no
quebranta el ayuno, salvo “
si se toma con
fraude y para que sustente
”.
El hecho cierto es que el chocolate se
convirtió en producto de consumo en el
siglo XVII tanto en España como en el
resto de Europa, y no olvidemos que
nuestro país mantuvo sus posesiones en
Flandes hasta 1648. Tal era su popularidad
que, siendo primero desayuno reservado a
clérigos y pudientes, en el siglo XVIII se
consumía por todas las clases sociales,
como confirma que en 1792 el salario de
las criadas de moda incluía además de los
reales correspondientes una “
xícara”
de
chocolate
2
.
24
●
Pliegos de Rebotica
´2017
●
Chocolate Español, chocolate Belga
Historia dulce y amarga de un placer compartido
Enrique Granda Vega
1 En las crónicas de Gonzalo Fernández de Oviedo se relata: “De manera que en aquella
provincia de Nicaragua, un conejo vale diez almendras de éstas y por cuatro almendras dan
ocho pomas o nísperos de aquella excelente fruta que ellos llaman munonzapot; y un
esclavo vale ciento, más o menos, almendras de estas, según es la pieza o la voluntad de
los contrayentes se conciertan”.
2 J.C. “Laberinto de casados. Diario de gastos regulares para mantener una casa en
Madrid”, 1792.
Tratados del Padre Hurtado, sobre si el chocolate y el tabaco que-
brantan el Ayuno Eclesiástico y Natural, 22 de Noviembre de 1642.
Ejemplar proveniente de la Biblioteca del Hospital Real de
Granada.