Tres sonetos para unas Bodas de Oro
Ser esposo
Desde el alba radiante y sonriente
hasta el redondo amor de luna nueva;
desde un invierno en el que llueve y nieva
hasta la primavera, sol naciente.
Decir que sí con alma trascendente
sin exigir la más pequeña prueba;
salir del egoísmo que nos lleva
a una cueva de amor siempre doliente.
Recorrer el camino sin ocaso
entre tramos de rosas y de espinas,
sin dejar de ser tú –tu yo entregado–,
ascendiendo hasta el otro paso a paso.
Y llegar al final –horas divinas–
con tu amor inmortal siempre ofrendado.
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Pliegos de Rebotica
´2017
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NUESTROS POETAS
Ángel del Valle Nieto
Ser padre
Entregarse, luchar, soñar despierto,
volcar el alma en ese ser que tiene
una ilusión azul con que previene
verdes certezas de un futuro abierto.
Privarte de lo bueno y de lo cierto,
ofrecer tu mirada que sostiene
la del hijo que duda y le mantiene
por sendero de flores siempre abierto.
Ofrecerle tus horas y tus años,
tus besos, tus alientos, tu persona,
tus desvelos, tu fuerza, tu calor.
La vida pasará –platas y estaños–
y tu hijo será ya tu corona.
Y Dios bendecirá tu entero amor.
Ser abuelo
Es la doble corona existencial
que colocan los hijos en tus sienes,
dorada joya con dosel de bienes
de tu prado de siembra y recental.
Guardados como prenda celestial
les das lo que de bueno y noble tienes;
en tu mano su mano les retienes,
pequeño petirrojo de coral.
Con ellos vas, la vida por delante:
en sus ojos descansas sentimientos
y presumes de nietos ante el mundo.
En un segundo plano itinerante,
transmites tus más hondos pensamientos
por caminos de amor blanco y fecundo.