Revista Farmacéuticos - Nº 128 - Enero-Marzo 2017 - page 15

Pliegos de Rebotica
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l Bosco (c. 1440-1516) es el apelativo por el
que conocemos en España al pintor holandés
Jeroen van Aeken. Nació en la localidad de
S’Hertogenbosch, en el ducado de Brabante.
Su familia estaba dedicada tradicionalmente al
oficio de pintor: su abuelo, su padre, su tío y sus
hermanos. El taller familiar lo heredó Goosen, su
hermano mayor, que de esta forma poseía en exclusiva
el derecho a usar el apellido familiar Van Aeken que
distinguía las obras de este taller frente a los de otros
pintores. Por ello, Jeroen tuvo que buscar un nombre
con el que organizar su propio taller; latinizó su
patronímico transformándolo en Hieronimus y eligió
por apellido el nombre de su ciudad natal
S'Hertogenbosch, simplificado Bosch, que en España
derivó hacia El Bosco. Su formación como pintor la
pasó en el seno de su familia: fueron sus propios
hermanos y su padre quienes le enseñaron el oficio
artesanal. Los encargos debían ser numerosos, ya que
queda constancia de que pagaba uno de los tributos
más altos de la ciudad y de que vivía en la mejor zona
de la población, en la plaza mayor. Su clientela estaba
formada por burgueses, clérigos, nobles y la Hermandad
de Nuestra Señora, cofradía religiosa dedicada a la
Virgen de la que El Bosco era miembro. El Bosco fue el
encargado de diseñar las vidrieras, entre otras obras, de
la catedral de S’Hertogenbosch.
Su técnica es
alla prima
, método que consiste en aplicar
el óleo de manera libre, sin retocar demasiado. Sus
fuentes principales fueron los manuscritos miniados
holandeses, grabados extranjeros, bestiarios medievales
y leyendas y textos de la época. La ausencia de datación
y de firma de algunas de sus obras hace que se les
atribuyan a sus seguidores. Su obra fue muy imitada
durante el siglo XVI. Durante la década de 1550 tuvo
lugar un despertar del interés por el Bosco en la ciudad
de Amberes, encabezado por Pieter Huys y Pieter
Brueghel el Viejo, muy influido por el pintor.Algunas de
sus obras fueron descritas y adquiridas por el noble
español Don Antonio de Guevara, de cuya colección
pasaron a poder de Felipe II quien las tuvo primero en
El Escorial de donde pasaron a Madrid y finalmente, al
fundarse el museo en época de FernandoVII, al Prado
que guarda hoy la más importante colección.
La obra del Bosco es extraordinariamente original,
rompe con los patrones de la pintura renacentista
tanto en los motivos que utiliza para sus cuadros
como en el modo de desarrollar las escenas y de
plasmar los rostros y detalles de los personajes que
siempre los pueblan en un número elevadísimo, casi
agobiante para el espectador que se detiene frente
a ellos y al que le resulta difícil continuar la marcha
porque no puede desprender la vista de esos seres,
humanos, animales, vegetales, y de las mil imágenes
que se entrelazan entre unos y otros.
Un estilo creativo tan singular necesariamente tenía
que suscitar interpretaciones muy distintas; no sólo
entre los historiadores y críticos de arte, sino
también, y de modo aún más vivo, en quienes no son
profesionales del juicio artístico pero sienten que la
obra del pintor flamenco trasciende el mero arte.
La opinión más extendida nos dice que su estilo
recogía claramente los fantasmas de los años finales
de la Edad Media, en los que la salvación tras la
muerte era una gran obsesión. Estableció su
temática favorita en la debilidad humana, tan
El Bosco
La pesadilla en los pinceles
José Ignacio de Arana Amurrio
El Bosco, detalle de El Jardín de las Delicias.
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