Revista Pliegos de Rebotica - Nº 126 julio/septiembre 2016 - page 22

E
E
n
La pipa de kif
(1919), en concreto en
el fragmento décimo del poema “La
tienda del herbolario”, el escritor
galaico Ramón del Valle-Inclán evoca un
establecimiento hortícola con gran
variedad de hierbas.Ahí exalta la canela en rama,
la coca, la pita, el cacao, el mate. Luego, y antes
de expresar su admiración por la marihuana,
alaba el opio en un pasaje iniciado con el verso
“¡Adormideras! Feliz neblina,”, y que consta de
doce líneas decasilábicas distribuidas en media
docena de pareados. Puso de manifiesto Valle-
Inclán en dicho fragmento detalles que cabe
asociar al mundo oriental y en concreto al
chino. Procedo al traslado de la composición:
¡Adormideras! Feliz neblina,
Humo de opio que ama la China.
El opio evoca sueños azules,
Lacas, tortugas, leves chaúles;
Ojos pintados, pies imposibles,
Lacias coletas, sables terribles;
Verdes dragones, sombras chinescas,
Trágicas farsas funambulescas;
Genuflexiones de mandarines,
Sabias princesas en palanquines;
Y nombres largos como poemas
Que evocan flores, astros y gemas.
Ahí se alude a sustancias estupefacientes,
“adormideras”, que es el término mismo del
texto, y citando concretamente el opio en un
contexto personal en el que, enlazando con el
prestigio que dieron a la drogas Gautier y
Baudelaire, al parecer estaba Valle-Inclán
teniendo experiencias con drogas varias.
No se olvide, al respecto, que el título
La pipa de
kif
contiene un vocablo, kif, que vale como
hachís, definiendo esa sustancia como “yerba
verde del persa” en el fragmento onceavo del
poema “La tienda del herbolario”, y
considerándola equivalente del “achisino bhang
bengalés.” antes de hacer referencia aún a otra
variedad, la de las “charas”.
Mencionar el opio conllevaba aparejado
implícitamente a China, pues en ese país lo
consumían en abundancia, y el verso segundo de
Valle-Inclán se hace eco de esta adicción al
referirse al “Humo de opio que ama la China”.
Ese apego a dicha sustancia se había hecho
patente al mundo por las conocidas como
guerras del opio, libradas entre los años 1839 y
1842 y entre 1856 y 1860. La reinante dinastía
Quing hubo de enfrentarse en ambas contra
Gran Bretaña, en coalición con Irlanda la
primera vez, añadiéndose Francia en la segunda.
Finalizados ambos conflictos con sendas
derrotas, el saldo para China de la guerra
primera habría de ser desolador: la cesión a
Gran Bretaña de la isla de Hong-Kong. Leamos,
al respecto, un interesante pasaje de Vicente
Blasco Ibáñez tomado de su libro de viajes
La
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Pliegos de Rebotica
´2016
José María Balcells
Ignacio Zuloaga y Zabaleta, Valle-Inclán (1931)
Somniferum Papaver
Valle-Inclán
y el humo de opio
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