P
P
arecía colgada en su tiempo, como
esperándome en el mío. Nos
acercábamos desde Alicante: Murcia,
Vera…¡allí estaba! Ya en su tiempo y en
el nuestro desde la primera mirada,
porque fue una mirada de amor la que se cruzó
en su cielo. Una mirada que ascendía hasta ella,
hasta su blancura, hasta su paz.
Amanece.Y, siguiendo a Cervantes, “comenzó a
descubrirse por los balcones del Oriente la faz
de la blanca aurora” alegrando –continuamos
nosotros– las olas y los reflejos de ese mar
Mediterráneo que, cuna de civilizaciones y de
cultura, hizo que José María Gironella lo
considerara, más que un mar, “un hombre
disfrazado de mar”.
…El mar: espejo del día, voz de la noche. Rumor
de palabras de amor pronunciadas en Grecia, en
Israel, en Sicilia y que el amor vuelve a
concretar en palabra en esta orilla oriental del
Mare Nostrum
, del Mar Nuestro, de nuestros
sentimientos, de nuestra lengua, de nuestra
cultura, de nuestros ancestros…
Pero el mar se queda en la playa y, así, se forma
una faceta de Mojácar,
Mojácar Playa
, en la que se
recoge, no un límite fríamente geográfico –Mojácar
limita al este con el mar Mediterráneo– sino una
manifestación de amor porque Mojácar se entrega
a él, se mira en él, se abre a él y él se rinde a ella
haciéndose falda azul para su vestido blanco.
Allí destaca la silueta rectilínea del Parador
“Reyes Católicos”, de extendidas alas y un
encantador y bien cuidado jardín subtropical en
el que reinan, como en todo Mojácar, la
buganvilla trepadora, la grácil y esbelta palmera,
la afilada daga española, la tapizante uña de gato,
el barroco hibiscus, entre otros vegetales.
A unos dos kilómetros y medio de distancia y a
una altitud de 172 metros, situada en las últimas
estribaciones de Sierra Cabrera,
Mojácar pueblo
,
¡Mojácar! Más íntima que la de la playa, más
cálida en sus afectos personales. Calles blancas
de cal, estrechas, de profundo sabor árabe, casi
escondidas unas de otras en encantadoras
cuestas y ocultantes esquinas, se desparraman
coronando el alto del terreno sobre el que se
asientan formando una corona de fascinante
blancura. Mojácar, alegría del que la busca; solaz
del que la encuentra.
(Desde enero del año 2013, y haciéndola exacta
justicia, Mojácar forma parte de la red
Los
pueblos más bonitos de España
).
Mojácar, en sí misma, es una fiesta; pero, como
todo pueblo español, celebra las suyas propias
entre las que destacan las de
Moros y Cristianos
y
las patronales en honor de san Agustín.
En las primeras se rememora la capitulación del
Mojácar musulmán ante los Reyes Católicos que
la conquistaron porque, como en su escudo
reza, era “llave y amparo del reino de Granada”.
Se celebran en el fin de semana más próximo al
doce de junio (fecha de la rendición ocurrida en
1488) y en ellas tienen lugar un gran
desembarco y un desfile de gala.
31
Pliegos de Rebotica
2016
●
●
Ángel del Valle Nieto
Mojácar
corona blanca