Revista Farmacéuticos - Nº 124 - Enero/Marzo 2016 - page 12

Filipinas, los viajes eran complicados y además el
archipiélago dependía del Virreinato de Nueva
España, donde allí sí se podía obtener el título de
boticario, también era posible viajando hasta la
Península Ibérica. Ambos supuestos eran
impensables.
Así pues, para atender a los soldados españoles
que residían en Filipinas no hubo más remedio
que acudir a veces a estos falsos sanadores, con
lo que se podía considerar que su presencia y
práctica estaba asumida y autorizada.
En 1843, el Gobernador D. Francisco Alcalá de la
Torre, autorizó a “mediquillos”, herbolarios y
vacunadores, que hubieran ejercido como
practicantes en un Hospital Militar, tratar a
enfermos nativos, pero no a los españoles, ni a
extranjeros, pero sin retribución económica.
A veces, ante la falta de facultativos en las Islas
Filipinas, las autoridades españolas, requirieron la
asistencia de “mediquíllos” para curar a los
soldados españoles en campaña (1861). Hoy día
estos personajes, que aún subsisten, son
perseguidos por las autoridades gubernamentales
y las asociaciones médicas y farmacéuticas de
Filipinas.
Otro problema diferente, pero muy importante,
lo ha constituido la Medicina y Farmacia
tradicional china en Filipinas.
Muy distinta de
Adelina
Gurrea, en el
tiempo y en
su vida, pero
también
buena
escritora, fue
la Venerable
Madre Sor
Jerónima de
la Fuente. Fue
una mujer excepcional, nacida en España, pero
que su mejor labor la desarrolló en Filipinas. Fue
inmortalizada por el genial pintor Velázquez en
un magnifico cuadro que se encuentra en el
Museo del Prado de Madrid. Su retrato fue
realizado pocos días antes de embarcar. En él se
proyecta un carácter poderoso, resuelto,
enérgico, fuerte y seguro.
Es considerada como la escritora más antigua, en
lengua española, de las Islas Filipinas. Nos dejó
una obra singular, titulada
Cartas de marear el
mundo
, además de su autobiografía y numerosos
escritos, algunos de ellos elegantes poemas.
Había nacido en Toledo, en 1555, ingresando con
pocos años en las clarisas, donde desarrolló una
gran labor, hasta el punto de llegar a ser
consejera de la Reina Dña. Margarita de Austria.
En 1620, con 65 años de edad, de los cuales
había pasado 55 en clausura, embarcó en Cádiz
con dirección a Filipinas, donde llegó en 1621.
Fundó el primer monasterio de la Orden de
Santa Clara en Manila y su labor religiosa fue tan
intensa, por sus dotes de persuasión, que hizo
que las autoridades locales tuvieran miedo de
quedarse en Manila sin jóvenes casaderas, pues la
mayor parte de las europeas ingresaban en las
clarisas. Murió enclaustrada en “la Perla de
Oriente”, en 1630.
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Pliegos de Rebotica
´2016
Uso de los medicamentos
contenidos
en los botiquines…
Memoria sobre las
operaciones y servicios verificados
por el Laboratorio.
Botica de Santa Cruz, en Manila
(siglo XIX).
Zobel Boticas manileÑas
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