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ientras hacía la corrección de las posibles erratas de los
textos que se incluyen en este número, constataba de
nuevo con satisfacción, la calidad, el importante nivel de
nuestros colaboradores, sean escritores conocidos o no.Y
meditaba sobre la variedad de temas que de forma
directa o indirecta han aparecido en las páginas de nuestra revista.
Antropología, arte, sicología, ciencia, toros, sociología, historia, filosofía,
duda, amor, desamor, alegría, esperanza, melancolía, ternura. Todo cabe.
O casi todo.
Tenemos en AEFLA, en nuestra profesión, el privilegio de gozar de una
revista singular. Más aún, porque Pliegos de Rebotica es única en su
género tanto en tiempo de existencia, como en contenido. Ciertamente
es el medio de expresión de los farmacéuticos escritores y artistas,
pero es también un ágora, un espacio abierto donde escritores ajenos a
nuestra profesión tienen un lugar, lo que nos enriquece.
Decía Octavio Paz que para el escritor “Ver el mundo es deletrearlo” y
que: ”Vivir es escribir”, pero también lo es pintarlo, escucharlo,
encontrarlo dentro de la piedra o la madera.Y es que, artistas o no,
debemos dejar que nos alcance nuestro entorno. Que nos alcance ese
hálito vital que es nuestro auténtico territorio, ese en el que
extraviarse y encontrarse en un bucle visionario. En un camino
insólito. Es convivir con una desazón lúcida, con una
locura razonante, con un don ebrio y exigente.Y el
autor se pliega a su designio en su arraigo y
desarraigo de ser y no ser, de necesidad de asir lo
trascendente a través de una pasión caudalosa y
tirana. El creador, cuando realiza su obra, es
consciente de que nunca podrá llegar a plasmar
–eso en el mejor de los casos– más del
cincuenta por ciento de lo que
siente. Pero aun así, prosigue en su
intento, en su designio tantálico, de
alcanzar lo imposible.
No hay atajos. Toda obra
auténtica se cumple a expensas
de su autor porque se llega a ella
a través de íntimas tensiones, de
ciegos tanteos, de un esforzado
intento de comprensión del mundo
y de sí mismo.
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Margarita Arroyo
Pliegos de Rebotica
´2016
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CARTA DE LA DIRECTORA
Una pasión
caudalosa