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n épocas de intolerancia –y ésta en
cierto modo lo es– dar ejemplo de lo
contrario se convierte en una
necesidad.Y en Córdoba, como si
continuara una tradición milenaria, vivió
y murió una persona que de algún modo
simboliza la tolerancia entre las culturas y las
razas como fue Gómez Suárez de Figueroa, el
Inca Garcilaso. Nombre que él mismo se adjudicó
al frente de su magna obra
Comentarios Reales
: “El
Inca Garcilaso, natural del Cuzco y capitán de su
magestad” y que se había cambiado en su
estancia en Montilla años antes. Hijo de una
princesa inca Chimpu Ocllo y de un capitán
español, Garcilaso de la Vega (pariente del gran
poeta toledano de mismo nombre), El Inca fue el
primer mestizo universal y la primera persona
proveniente de las Américas que publicó un libro,
en concreto Los
Comentarios Reales
que empezó
a escribir en Montilla y terminó en su estancia en
Córdoba. En Montilla escribe también gran parte
de su obra
La Florida
y traduce los
Diálogos de
Amor
de León el Hebreo. Él mismo se llama
“mestizo a boca llena”.Y en la dedicatoria de
Diálogos de Amor
dice que escribe para deleite de
indios y españoles “porque de ambas naciones
tengo prendas”. ¿Hay mayor belleza que ese
mestizaje en el nombre que no confronta sino
aúna dos civilizaciones dispares, distintas y
distantes? Pero al mismo tiempo se precia de ser
hijo de un conquistador del Perú.
Para Raúl Porras Barrenechea –el erudito
peruano, hispanista y embajador egregio– , ello
refleja un “trágico dualismo del alma de
Garcilaso” porque “es indio para los que quieren
hacerlo únicamente español, y se descubre
hispánico cuando intentan dejarle únicamente en
indio”. En mi opinión más que trágico es gozoso.
Y refleja de algún modo los valores morales de
aquella colonización. Si la de los colonizadores
anglosajones e incluso franceses, distaban del
reconocimiento mutuo, los de la colonización
española –con sus negras sombras también– , se
basaban en la aceptación ajena. De la exclusión a
la inclusión, aunque también ello conllevara una
violencia cultural y civilizadora no querida. Pero
¿hubiera sido posible en la cultura sajona un
Bartolomé de las Casas?
Estas dos vivencias u
orígenes, los vivió El Inca
intensamente.Y sin dejar de
añorar el imperio inca –
“trocósenos el reinar en
vasallaje”– , no renuncia a su
“parte” española. Mario Vargas
Llosa –otro peruano esencial–
por su parte habla así de él:
“No es raro que aquí naciera
uno de los grandes prosistas
del Renacimiento español: El
Inca Garcilaso de la Vega. La
probable casa en la que nació
ha sido rehabilitada con tanto
exceso que ya es
Antonio Varo Baena
El Inca Garcilaso
un mestizo universal en Córdoba
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Pliegos de Rebotica
´2016
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Gómez Suárez de Figueroa-Inca Garcilaso de la Vega