irreconocible. Pero aún así, aquí pasó su infancia
y adolescencia, y vio con sus propios ojos y
guardó para siempre en su memoria esa época
tumultuosa y terrible de la conquista y el
desgarramiento cultural y humano que generó.
Aquí escuchó a los sobrevivientes de la nobleza
incaica, a la que pertenecía su madre, llorar ese
glorioso pasado imperial “que se tornaría
vasallaje y que evocaría luego, en Andalucía, en las
hermosas páginas de Los
Comentarios reales
.
Siempre que he venido al Cusco he peregrinado
hasta la casa del Inca Garcilaso, el primero en
reivindicar sus ancestros indios y españoles y en
llamarse a sí mismo un peruano”. O Como dice
Porras: “Peruano de nacimiento y de corazón,
español de linaje y espíritu” y “siente el orgullo
de ser cuzqueño, la Ciudad del Sol”.
Como hemos dicho anteriormente publica el
primer libro de un americano en Europa, en 1590,
fechado en Montilla en 1586, “la traducción de
Diálogos de Amor
de León el Hebreo”. Para
Menéndez Pelayo “como prosista, es el mayor
nombre de la literatura americana”.También
escribió la citada historia de La Florida, pero
donde mejor se refleja esa prosa es su magna obra
Los
Comentarios Reales
, cuyo tema es la historia
legendaria del Perú inca y más cercana a él de la
conquista española. De ella escribió Porras que
“son la prosa del imperio incaico y de las
conquistas españolas”, “el espíritu indio, encauzado
en sus instituciones, costumbres y leyendas”.
En Montilla se encuentra su casa solariega en
la calle Alonso de Vargas, precisamente su tío
carnal que le llevó al vinatero pueblo de la
campiña cordobesa –al que acudió El Inca
reclamando una herencia de su hermana Leonor
de la Vega– , y de quien heredaría. Su tío estaba
casado con la cordobesa doña Luisa Ponce de
León, tía carnal de Góngora. Casa no lejana de la
Casa de San Francisco Solano (Montilla, 1549–
Lima, 1610), evangelizador por cierto del Perú y
parte de Sudamérica. Dicha casa fue descubierta
en los años cincuenta por Raúl Porras
Barrenechea, académico y diplomático peruano
junto con José Cobos y la intuición de la esposa
de éste, Maruja Ruiz. En lo que es ahora calle
Alonso de Vargas, localizaron la casa del Inca, que
en aquel momento era propiedad del Conde de
la Cortina y que cedió al municipio y donde en
estos momentos está instalada la Biblioteca
Municipal. Allí se halla un retrato de su figura
pintado por el artista peruano Francisco
González Gamarra en 1959 y basado en un
retrato anónimo de la Escuela Cuzqueña,
ejecutado en el Cuzco, 240 años atrás. Otro
retrato de Gamarra del mismo año, se halla en la
Mezquita Catedral de Córdoba.
En Córdoba vive desde 1591 en la calle
Deanes –ahora un local de restauración– hasta
su muerte, un 23 de abril de 1616, coincidiendo
en fechas –no en día– con la muerte de
Cervantes –seguramente éste murió uno o dos
días antes– y Shakespeare, que en realidad murió
el 3 de mayo según el calendario gregoriano que
los ingleses aún no habían adoptado. En Cuzco
nació pues el 12 de abril de 1539 y allí vivió 20
años; en Montilla 31 y en Córdoba 25, donde
murió y fue enterrado en la Catedral, en la
Capilla de las Benditas Ánimas del Purgatorio en
la Mezquita Catedral de Córdoba, lo que poetiza
Carlos Clementson en un poema dedicado Al
Inca de su
libro Las Olas y los Años:
“...enterradme
en mi capilla de las Ánimas
de la antigua Mezquita, hoy catedral de Córdoba;
dadme tierra por siempre en esta tierra,
y acójame este templo
tan mestizo como yo,
ya que tornar no puedo”.
Aunque parte de sus restos fueron llevados
en 1978 a la Cripta de la Iglesia del Triunfo, de
Cuzco. En definitiva un español que nació en las
Indias y un indio que murió en España. Más que
una paradoja, una feliz confluencia, un mestizaje
universal, una manera tolerante, única de
entender el mundo.
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Pliegos de Rebotica
2016
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Cripta de la Iglesia del Triunfo, donde yacen desde
1978 parte de los restos mortales del Inca Garcilaso
de la Vega.
Los Incas, sus orígenes, su evolución
y la conquista española.