Revista Farmacéuticos - Nº 116 - Enero-Marzo 2014 - page 21

C
omo el ama de donQuijote,MaríaAntonia pasaba
de los cuarenta cuandovino a servir a casa.Allá
por el final de la década de los sesenta,muertos sus
padres en el pueblo sindejarmás herencia que una
humilde casilla y el recuerdode algúnbofetón
inconveniente, se encontró, como enun folletínde
CorínTellado, soltera y sola en la vida.Movida por
la necesidady la fuerza de su fatalismo castellano
–loque tenga que ser, será– llegó a losmadriles en
busca demejor fortuna. Una paisana venidameses
antes a la casa de una vecina, la recomendó
fervientemente:
–LaAntonia es "mu" burra, pero "muhonrá" y
"mu" limpia.
Amimadre le parecieronbien tales cualidades.
Efectivamente, era bajita, tosca y robusta.
Silenciosa y activa, llevaba a cabo con rudeza, pero
con eficacia, las duras tareas de unhogar de aquella
época. Insensible a las bajas temperaturas de
nuestra vivienda –pisoprincipal de altos techos con
siete balcones a la calle, peronaturalmente, sin
calefacción– llevaba lasmangas remangadas por
encima del codo "para poder fregar bien, sin
mojarse los puños."Comía poco aunque con
abundante pan, pareciendo imposible que de tan
breve e inadecuada ingesta nacieran tanbravas
calorías.
Por aquel entonces, en elmercadodel progresode
laEspaña eurovisiva (Massiel acabada de ganar el
primer premiodel festival de la canción europea
con su canción "La, la, la") apareció la fregona: un
palo largo rematadopor unmochode flecos de
tejidode algodón, que previamente humedecidos en
agua jabonosa, permitían limpiar el pavimento sin
agacharse. ¡Qué gran adelanto! Fregar sin tener que
tirarse al suelo, humillar la espalda y frotar, frotar y
frotar con estropajoy jabón, aquellos baldosines
ásperos, fríos ydesagradecidos. Sin embargo a
MaríaAntonia aquello le parecióun inventopara
vagos, y tardómucho en aceptar suuso.
Cocinaba con amor y economía. Es verdadque los
tiempos no estabanpara tirar nada. Pero ella sabía
rebozar las pencas de las acelgas con tal gracia, que
parecíanbocados exquisitos preparados para la
mesa delmássibarita gourmet. ¡Yqué ricas estaban,
blandas y jugosas por dentro, crujientes y
crepitantes por fuera, coronadas por rizadas
puntillas de huevodorado!...
La radio era su compañía inseparable. Paseaba de
habitación enhabitaciónhaciendo camas,
limpiando cristales o sacudiendo alfombras,
llevando siempre de cuarto en cuarto el transistor
con adoración,mimoyuna cierta dosis de temor, al
considerar dotadodemisterio el hechode que, por
aquella caja demetal yplástico, saliesenvoces tan
poderosas como las dePedroPabloAyuso,Matilde
Conesa, JoaquínPeláez,MatildeVilariño, oManuel
Lorenzo.
Así las cosas,MaríaAntonia habría sido
completamente feliz sino fuese por su soltería. No
es que echase demenos la presencia de unmarido.
P
de Rebotica
LIEGOS
21
Emoticono
AuroraGuerra
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