aparecía en la lista de invitados a lasmúltiples fiestas
que allí se celebraban. En1871ocurrióun suceso
extraño, o simplemente curioso. Pocos días antes de
Navidad, entraronunos ladrones y solo se llevaronun
grannúmerode prendas de ropa blanca. No se les
ocurrió cargar con alguna de las obras de arte que
adornaban el palacio.
Elmarqués deBedmar tenía una hija ilegítima
aunque reconocida,ManuelaMatilde deAcuña, fruto
de su relación con la bailarina clásicaFannyCerrito.
Esta hija celebró sus esponsales conuna gran fiesta
en la
Quinta
. Era el 21de octubre de 1872. El día
amaneció frío, lluviosoyventoso.Alas once de la
mañana en el preciosooratoriode la finca, que entre
sus adornos destacabanvarias reliquias de santos, se
reunieron los pocos invitados al enlace. Pocos,
porque parte de la familia estaba de lutopor el
fallecimientodeAugustaMontufar, hija delmarqués
deSelvaAlegre ypor lo tanto sobrina deCarolina
Montufar, dueña de la casa. Se sirvió a continuación
un almuerzo en el comedor de la quinta, primeropara
las señoras y a continuaciónpara los señores.
Después del almuerzo los recién casados viajaron a
París donde fijaron su residencia.
Lamuerte de laReinaMercedes en juniode
1878, paralizó la vida socialmadrileña. Para cuando
se reanudó, lamarquesa deBedmar, de soltera
CarolinaMontufar, que había vivido enGénova y era
íntima amiga de laEmperatrizEugenia, tomó las
riendas de la vuelta a los salones. Para brillar de
nuevo, disponía de sumagnífica finca de recreo
Quinta
Bedmar. La crónica social nos describe así
una de las fiestas que allí se celebraron:
“
S.M. el rey, S.A.R. la princesa deAsturias y
cuanto de elegante y distinguido encierra la buena
sociedad de la corte, tuvieron el heroico valor, que
valor se necesita para atravesar la verdaderamar
de hoyos y baches que permite laDiputación
Provincial deMadrid existan entre laVenta de
Espíritu Santo y la residencia de verano de los
marqueses de Bedmar (...) bailó el rey el primer
rigodón con lamarquesa de Bedmar que vestía
elegante traje negro y lucía en la cabeza y cuello
adorno de perlas y corales...”
Por entonces el palacio estaba en todo su
esplendor, al igual que los jardines. Cuando
celebraban un baile, las alamedas se iluminaban
“a la veneciana”, con farolillos redondos de papel
rizado y colores vistosos, con un quinqué de
aceite en su interior, colocados en arcos y
pabellones, trepando por los árboles. Se decía que
en casa de los Bedmar la fiesta empieza temprano
y termina tarde: “Los balcones abiertos para que
entren la claridad de la luna y los perfumes de los
jardines. Las señoras parecen hadas con sus
vestidos de tul y seda, y sus coronas de flores
naturales”.
Lamarquesa deBedmar brillaba por subelleza y
talento en la sociedad aristocrática. La llamaban
“dama de tres reinas” en referencia a Isabel II, la
reinaMaría de lasMercedes y la reinaMaríaCristina
de quienes fue dama de honor.Aella se refería
BenitoPerezGaldós enunode losEpisodios
Nacionales (Cánovas) describiéndola como “guapa y
carnosa”. Hizode la
Quinta
unode los salonesmás
notables delMadridde laRestauración, siguiendo
después en lamisma línea.
Lamarquesa deBedmar falleció en abril de
1891.Apartir de ahí la
Quinta
pasó a ser propiedad
de lamarquesa deTorrecilla y después de losTorre
Arias.
DonAlfonso Pérez deGuzmán el Bueno,
marqués de SantaMarta y conde deTorreArias,
padre de la que sería años después la última
moradora de la
Quinta
, doñaTatiana, estableció en
las cuadras unamagnífica yeguada, albergó en sus
corrales lasmás variadas especies de gallinas y
aves de corral. Introdujo todos los adelantos de
cultivo, maquinaria, y hasta un pabellón que dedicó
a lechería.
No olvidó instalar en los jardines unas
espléndidas canchas de tenis indispensables en
esos años para el disfrute de la juventud
aristocrática.
P
de Rebotica
LIEGOS
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LOS BOTICARIOS
TatianaPerezdeGuzmanel Buenoel díade suboda.
LaQuintadeTorreArias: palaciegoal final de la calleAlcalá.
