E
spaña reventaba por sus cuatro costados;
hambrunas, epidemias y... franceses. Carlos IV y
Fernando VII, a capricho de Napoleón, se dan y se
devuelven la corona según cambian de opinión. El
pueblo, más avispado que sus reyes, nota que algo
va mal y se amotina en Aranjuez, grita en Móstoles
y estalla en Madrid al ver al último Infante, un niño,
llorar y resistirse porque no quiere ir a Bayona. Y el
grito “Nos lo llevan”, provoca que los soldados
invasores viertan la primera sangre de la guerra.
Es la plaza de Oriente y es el dos de mayo de mil
ochocientos ocho. Mirad a Goya, no hay un
reportero más grande ni más claro. Él nos lo cuenta.
Las noticias de Madrid llegan a Bayona y se
aceleran los planes de Napoleón. Carlos IV y
Fernando VII renuncian a su favor.
“Así pues, firmado y ratificado he cedido a mi
aliado y caro amigo, el Emperador de los franceses,
todos mis derechos sobre España e Indias”
Dado en Bayona el 8 de mayo de 1808 –Yo el Rey–
Tras las renuncias reales se firman las de sus
sucesores.
El 6 de junio de 1808 empieza el reinado de José I
El 11 de agosto el Consejo de Castilla invalida
las abdicaciones de Bayona.
Prácticamente todo el país está en manos
francesas.
El 4 de febrero de 1810 el mariscal francés,
Victor, persiguiendo al duque de Alburquerque
intenta tomar Cádiz, pero las tropas del duque le
rechazan, éste logra entrar en la ciudad y refuerza la
guarnición. Empieza el sitio de Cádiz.
A Cádiz, tacita de plata, luminosa y acogedora,
habían llegado la burguesía española y la
aristocracia del país, empujadas por los franceses.
Se vivía alegremente y sin escaseces. Su especial
situación geográfica la protegía en parte del asedio,
su salida al mar hacía más fácil el abastecimiento de
la población, y los teatros y las bailaoras en los
colmaos, calmaban los ánimos. Incluso se crea una
red de espionaje.
Las gaditanas se sujetaban los rizos con las
varillas de plomo que recogían de las
bombas francesas sin explotar, que eran
casi todas. Se inventan coplas, y se
cantan por toda la ciudad alegremente;
los gaditanos parece que no sienten
miedo.
Así las cosas, el 24 de septiembre de
1810, en la isla del León, fue la apertura
de las Cortes Generales y
extraordinarias.
Y mientras España arde, un grupo de diputados
intelectuales lucha por erradicar el modelo absolutista
de Luis XIV que nos trajo su nieto Felipe V.
Es difícil dilucidar las ideas de los españoles de
entonces. ¿Quiénes eran más patriotas? ¿los
liberales o los absolutistas ? ¿los partidarios de José
Bonaparte o los de Fernando VII ? ¿contra quién se
luchaba? ¿contra los tiranos que estaban dentro o
contra los que venían de fuera ? Y Goya, ¿era
afrancesado?
No deja de ser una paradoja que lo que defienden
estas atrevidas Cortes nos viene de la Revolución
francesa.. Asumen la Soberanía nacional. La
soberanía no viene del rey, sino de la nación.
Declaran la división de poderes. La libertad de
prensa. Los diputados serían inviolables. Pidieron al
Consejo de Regencia que reconociera y jurara esas
Cortes. Reconocen como rey a Fernando VII... y
siguen luchando contra el invasor. En esto último no
hay duda, son liberales y antifranceses.
Sobre los diez puntos propuestos en esta sesión,
nacería dos años después la Constitución de 1812.
La primera española.
■
P
de Rebotica
LIEGOS
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Beatriz Aznar Laroque
Aquel sitio de Cádiz
Tratado entre el rey Fernando VII y el Emperador Napoleón;
Bayona, mayo de 1808
Carlos IV, Fernando VII, Napoleón Bonaparte José Bonaparte