incluso el arte, ha permanecido insensible frente a la
pérdida del cabello.
Según la Real Academia Española (RAE) el arte
es una “
manifestación de la actividad humana
mediante la cual se expresa una visión personal y
desinteresada que interpreta lo real o imaginado
con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
Históricamente se han considerado como bellas
artes la arquitectura, la escultura, la pintura, la
literatura, la danza y la música. A estas seis se
añadió, durante el siglo XX, el cine, llamado por
ello séptimo arte. Ya en la actualidad, la fotografía
se ha convertido también en una de ellas.
Es por tanto el arte una forma de expresión en la
que aparecen reflejados de una u otra forma, todos
los aspectos del ser humano, incluida la
enfermedad: desde la pura descripción de los
procesos morbosos, como el estigma de la sífilis
congénita evidenciado en la nariz en silla de
montar de una de las figuras retratadas en el
cuadro de Francisco de Goya
Las viejas
, hasta la
influencia sobre los propios autores, de los que
son buenos ejemplos el pintor Matisse, que cambia
los colores y paisajes de su obra cuando se
traslada a Niza buscando un mejor clima para su
bronquitis, o la obra de la pintora Frida Kahlo
marcada por el dolor y desesperación de su
poliomielitis, accidentes y más de 32 operaciones
quirúrgicas y sus secuelas.
La calvicie del varón aparece profusamente en las
manifestaciones artísticas con todas las
implicaciones simbólicas que queramos encontrar.
Por ejemplo, en la literatura las referencias son
numerosas:
No time to recover hair lost by nature.
(No hay tiempo para recobrar los cabellos que se
han perdido por naturaleza.)
The Comedy of Errors
William Shakespeare (1564-1616).
Pelo fue aquí, en donde calavero;
calva no solo limpia, sino hidalga;
háseme vuelto la cabeza nalga:
antes gregüesco* pide, que sombrero.
Calvo que no quiere encabellarse
Francisco de Quevedo (1580-1645)
*calzones anchos que se usaron en el siglo XVI y XVII.
La calva prematura
brilla sobre la frente amplia y severa;
bajo la piel de pálida tersura
se trasluce la fina calavera.
Fantasía iconográfica
Antonio Machado (1875-1939)
Mi rostro en el espejo. El pelo deshecho. El tiempo
subió sus hilos a tu pelo, dice el poeta. Canas,
hilvanes blancos por donde nos vamos
deshilvanando, deshilachando, y se ve lo mal hechos
que estábamos, lo deprisa que nos cosieron las
costureras. El pelo se irá, se cae, poco o mucho,
pero se cae.
Mortal y rosa
Francisco Umbral (1932-2007)
La pintura ha sido igualmente prolífica en
imágenes que representan la alopecia masculina.
Quizá la más característica sea la obra del
Renacimiento italiano que se puede admirar en el
museo Palazzo Pitti, titulada “
Las tres edades del
hombre
” de Giorgio Barbarelli da Castelfranco
más conocido como Giorgione (1477-1510) en la
que queda manifiesta la evolución del hombre
hacia la calvicie común o alopecia androgenética.
Sin embargo, a diferencia de la alopecia
masculina, la alopecia de la mujer está mucho
menos representada en el arte. Teorizando en el
porqué, se podría pensar que a la mujer se la desea
siempre bella, y la imagen de la mujer calva no
alcanza esa cualidad en el criterio de la mayoría de
los artistas. Así dice Semónides de Amorgos
(siglos VII-VI a. C.) alabando la belleza femenina:
Se quita la suciedad todo el día, dos veces, tres
veces, y se unge con perfumes; siempre lleva bien
peinado su cabello, espeso, adornado con flores.
Un bello espectáculo es una mujer así.”
Aún así, una investigación cuidadosa permite
encontrar ejemplos artísticos de la alopecia en la
mujer. Solo hacen falta unos ojos que sepan
encontrar la belleza, también en la ausencia de
cabello.
P
de Rebotica
LIEGOS
6
“Las tres edades del hombre” de Giorgio Barbarelli da
Castelfranco (Giorgione) (1477-1510). Se advierte la evolución
de la alopecia masculina a lo largo de la vida,
de forma paralela a su edad.
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