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Panorama Actual del Medicamento
ASESORAMIENTO FARMACÉUTICO
hacia la etiología vírica. Por su parte, la farin-
goamigdalitis por estreptococo betahemolítico
del grupo A se suele presentar en invierno y
primavera, en niños de 5 a 15 años, y tiene un
comienzo brusco con fiebre, cefalea, dolor de
garganta y dolor abdominal, inflamación farin-
goamigdalar, a menudo con exudado, adenitis
cervical dolorosa, petequias en las amígdalas o
el paladar y a veces exantema escarlatiforme,
en ausencia de rinitis, tos, ronquera y diarrea.
En estos casos, el diagnóstico ofrece pocas
dudas. Sin embargo, en muchas ocasiones,
faltan varios o algunos de estos signos y sínto-
mas, por lo que el diagnóstico se complica. Al-
gunos signos y síntomas se han elegido como
referencia, para definir la necesidad de trata-
miento en estos casos y si no es posible el diag-
nóstico microbiológico (por ejemplo, en paí-
ses en vías de desarrollo); ejemplos de dichos
signos y síntomas son la adenitis cervical o la
existencia de exudado faríngeo. Únicamente el
diagnóstico microbiológico, mediante cultivo
o realización de pruebas rápidas, permite la
confirmación fidedigna de la etiología.
La erradicación del estreptococo de la naso-
faringe es esencial para la prevención de la
fiebre reumática. Un 10-20% de los niños en
edad escolar son portadores asintomáticos de
estreptococo A durante los meses de invierno y
primavera. Estos casos pueden valorarse como
fracasos terapéuticos si se realiza un cultivo
faríngeo después del tratamiento.
Algunos niños padecen episodios repetidos
de faringitis en los que se aísla estreptococo
betahemolítico del grupo A. El problema en
estos casos radica en diferenciar si son porta-
dores crónicos de estreptococo o si padecen
faringitis estreptocócicas recurrentes. En ge-
neral, se consideran portadores crónicos en
las siguientes circunstancias: 1) los hallazgos
clínicos y epidemiológicos (edad, estación)
sugieren etiología viral; 2) la respuesta a los
antibióticos es mala; 3) los cultivos faríngeos
son positivos entre los episodios; 4) no hay
respuesta serológica a los antígenos extrace-
lulares del estreptococo A (antiestreptolisina y
anti-ADNasa B).
Como causas de faringitis estreptocócica
recurrente se consideran la falta de cumpli-
miento del tratamiento, la inactivación de la
penicilina in situ por la microbiota productora
de betalactamasas presente en la faringe, la
tolerancia a la penicilina del estreptococo
del grupo A, la formación de acúmulos de
estreptococos (biocapas o biofilms) en las
amígdalas infectadas o hipertrofiadas que im-
piden una respuesta definitiva a los antibió-
ticos, pudiendo necesitar dosis más altas o
durante más tiempo, la capacidad del antibió-
tico para eliminar el estado de portador y la
existencia de portadores asintomáticos en el
mismo domicilio que pueden facilitar la rein-
fección del paciente. El tratamiento antibiótico
está indicado en las recurrencias verdaderas.
Finalmente, cuando un niño tiene 6 o 7 epi-
sodios de faringoamigdalitis estreptocócica al
año, pese a cumplir correctamente los trata-
mientos antibióticos, estaría indicada la amig-
dalectomía.
En ocasiones, la progresión de una infección
viral, si el sistema inmune del individuo no es
capaz de combatirlo, puede favorecer la infec-
ción secundaria por bacterias. En el caso de
infecciones por estreptococos ß-hemolíticos
de grupo A (
S. pyogenes
), la evolución es-
pontánea, sin tratamiento, supone un riesgo
importante de complicaciones serias como la
fiebre reumática o la glomerulonefritis. Por
todo ello, existe un amplio grupo de pacientes
que deben ser derivados de forma automática
al médico, como son los niños menores de 10
años con fiebre y ganglios inflamados, los ma-
yores de 10 años con fiebre elevada y pus en
las amígdalas, los pacientes de cualquier edad
con enfermedades crónicas (diabetes, asma,
afecciones cardíacas), y aquellas personas con
antecedentes de fiebre reumática, con dificul-
tad respiratoria o con alteraciones renales.
En definitiva, el tratamiento sintomático
puede ser recomendado por el farmacéu-
tico sólo cuando no existan procesos febri-
les, cuando los ganglios no estén inflamados,
cuando el enrojecimiento y el dolor de gar-
ganta sean leves y los síntomas de la patología
faríngea tengan pocos días de evolución, siem-
pre que no haya complicaciones del tipo otitis
o sinusitis, y que no aparezcan placas blan-
quecinas en la faringe o sobre las amígdalas.
Si una vez instaurado el tratamiento sintomá-
tico el dolor no remite en 2-3 días, es siempre
aconsejable la visita médica, ya que si se sigue
el tratamiento se pueden enmascarar cuadros
clínicos más graves que cursan con la misma
sintomatología.