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Panorama Actual del Medicamento
ASESORAMIENTO FARMACÉUTICO
alérgicas y vasomotoras (especialmente en estas
últimas), mientras que en las formas infecciosas
suele evolucionar a una secreción mucosa o in-
cluso purulenta y maloliente. En la rinitis alérgica
la obstrucción nasal es moderada, generalmente
menos marcada que en los cuadros no alérgicos.
Entre los elementos diferenciales más claros
para la rinitis alérgica está la presencia de un
picor
nasal muy intenso
y
conjuntivitis
, mientras que
en las formas infecciosas es frecuente la existencia
de malestar general y cefalea. Esto último también
es frecuente en otras formas no alérgicas de rinitis.
Una vez establecido el cuadro de rinitis alérgica
y no existiendo ningún factor que haga recomen-
dable la remisión inmediata del paciente al médico,
teniendo en cuenta lo referido anteriormente y las
características de cada paciente, puede recomen-
darse la empleo de algunos medicamentos no so-
metidos a prescripción médica, además de las re-
comendaciones extrafarmacológicas mencionadas.
En aquellos pacientes donde predomine la con-
gestión de la mucosa nasal resulta especialmente
útiles los descongestionantes adrenérgicos, mien-
tras que en aquellos en los que los síntomas más
marcados sean los estornudos, la rinorrea o el
prurito nasal, pueden ser preferibles los antialér-
gicos (antihistamínicos y/o cromoglicato); hay pre-
parados que combinan ambos tipos de fármacos.
La mayoría de los corticosteroides rinológicos y la
inmunoterapia son de prescripción médica.
En cuanto al uso de
descongestivos simpa-
ticomiméticos,
su uso durante más de 3 días se-
guidos debería evitarse debido al riesgo de efecto
rebote. Si es necesario utilizar descongestionantes
nasales durante más tiempo, es preferible recurrir
a productos de vía oral. Aunque la administración
tópica teóricamente no debería tener efectos sis-
témicos, no puede descartarse totalmente la ab-
sorción, ya que las gotas o nebulizadores nasales
pueden llegar a la garganta y ser ingeridas. Para
evitarlo, se ha sugerido que la administración de
los preparados nasales se haga manteniendo la ca-
beza hacia delante entre las rodillas, en vez de la
posición erguida y con la cabeza hacia atrás.
La administración de estos medicamentos debe
hacerse de forma muy controlada en pacientes
cardiópatas, hipertensos, diabéticos e hiperti-
roideos. La nafazolina y la tramazolina, xilome-
tazolina están contraindicados en pacientes con
glaucoma. Asimismo, los descongestivos adre-
nérgicos están contraindicados en pacientes con
rinitis vasomotora, así como en niños menores de
2 años (metoxamina, oximetazolina y xilometazo-
lina) y menores de 6 años (fenilefrina, nafazolina
y tramazolina). Algunos de estos productos son
susceptibles de interaccionar con inhibidores de la
monoaminooxidasa (fenelzina), betabloqueantes,
antidepresivos tricíclicos.
En los niños es preferible el uso de gotas ya que los
orificios nasales de los mismos no son lo suficiente-
mente amplios para admitir el uso de aerosoles. Los
niños presentan una elevada sensibilidad a los agen-
tes adrenérgicos, son mas propensos que los adultos
a la absorción sistémica. En los adultos es preferible
utilizar aerosoles ya que sus productos goticulares
pueden alcanzar un área de mayor superficie.
Por su parte, los descongestivos adrenérgicos
sistémicos pueden producir una vasoconstricción
periférica generalizada que en ciertos casos puede
dar lugar a problemas de hipertensión. Están con-
traindicados en pacientes con glaucoma, retención
urinaria, hipertensión arterial, hipertiroidismo, car-
diopatías, diabetes.
Los principales efectos secundarios de los
an-
tihistamínicos
más antiguos (clorfenamina, di-
fenhidramina, etc.) derivan de su acción antico-
linérgica (sequedad de boca y garganta, visión
borrosa, dificultad urinaria, estreñimiento) y de su
capacidad para producir somnolencia (aumento
del riesgo en la conducción y en la actividad la-
boral). Están contraindicados en pacientes con
hipertrofia de próstata y glaucoma. Interaccionan
con alcohol, hipnóticos-ansiolíticos, sedantes, an-
ticolinérgicos.
Por su parte, los más modernos (a veces deno-
minados antihistamínicos de
segunda generación
)
carecen de acción anticolinérgica significativa y no
atraviesan la barrera hematoencefálica, y por tanto,
producen menos somnolencia que los clásicos.
Entre ellos cabe citar a la ebastina, levocavastina,
levocetirizina, etc. Aunque estos últimos tienen un
perfil cardiológico más seguro, no debe descuidarse
la precaución en pacientes con trastornos del ritmo
cardíaco o sometidos a tratamiento con fármacos
que pueda provocar la acumulación del antihista-
mínico por interferencia con la eliminación por la
vía del citocromo P450 (eritomicina, claritomicina,
antifúngicos imidazólicos...).
El mentol administrado por vía tópica no nasal
puede producir apnea y espasmos de glotis, de-
bido a que una parte sustancial puede ser inha-
lada. No se debe utilizar vía nasal en niños me-
nores de 2 años porque puede producir colapso
instantáneo. Igualmente, no se recomienda utilizar
alcanfor en niños pequeños debido a su toxicidad
y a que los beneficios que aporta son dudosos.