Revista Farmacéuticos - Nº 138 - julio/septiembre 2019 - page 45

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José Félix Olalla
Pliegos de Rebotica
2019
LIBROS
Santiago Cuéllar
Ediciones Vitruvio Madrid 2019
551 páginas
E
n 2007 la colección Pharma ki publicó
El
desafío de la realidad
, libro que fue muy bien
acogido debido a la consistencia de sus
planteamientos y al respeto manifestado en una
forma de exposición que convertía el
pensamiento en diálogo. Para entonces, los
lectores de
Pliegos de Rebotica
ya habían tenido
oportunidad de leer los primeros artículos de
Santiago Cuéllar y algunos le habían definido
como el
filósofo
de AEFLA.
Ahora, ya en este año de 2019, aparece un
ambicioso trabajo que compila de forma
condensada 239 escritos sobre los más variados
temas y formas de conocimiento. Para darles
cabida, Cuéllar opta por la síntesis, por las ideas
básicas presentadas bajo su propia óptica, con una
voluntad de compartirlas con los demás y hacerlo
mediante un periodo de reflexión. Aquí tenemos
a la razón que siente y al corazón que piensa.
La elección del título no es casual; 239 es un
número primo y como tal irreductible. A los ojos
de un científico como Cuéllar, representa una
realidad que no se puede reducir a sus
componentes elementales y más aún cuando
muchos de ellos son desconocidos.
Hoy, ciertamente, no es posible afrontar esta
realidad, hacer filosofía, sin atenerse al
conocimiento científico y Cuéllar que ha
trabajado en el mundo de los fármacos apoyado
en el método científico lo sabe perfectamente.
Quizá –nos cuenta– la ciencia no piensa, pero los
científicos sí lo hacen y consideran que cada una
de sus disciplinas aporta al conjunto una
particular certeza. Como contrapartida, el
objetivo de aquella es describir todos los
aspectos posibles de las cosas en cuanto tales,
pero sin pretender ir más allá. Santiago Cuéllar
subraya que tratar de contemplar la totalidad
solo a base de romperla en pedazos es
emprender un viaje inevitable al fracaso.
Por eso, estando abocados a buscar metas que
nos exceden, hemos aprendido que el
conocimiento es siempre precario, limitado y va
acompañado de unos márgenes notables de
incertidumbre. La inteligencia fracasa cuando es
incapaz de adaptarse a la realidad, se equivoca
cuando se cree invencible.
Reconocemos varios puntos de inflexión. El
colapso del modelo de Newton condujo a una
nueva física que nos mostró de manera
sorprendente que las magnitudes de espacio y
tiempo son sumamente flexibles y no pueden
examinarse por separado. Si nos atenemos por
otro lado a las neurociencias, comprobamos que
a pesar de las numerosas reflexiones sobre los
fundamentos biológicos que envuelven la
experiencia del yo, no parece que se pueda cerrar
la enorme brecha explicativa entre procesos
físicos e identidad de conciencia.
En este marco, escribía Zubiri que la función de
lo sensible no está en crearle problemas a la
inteligencia –en el sentido de llegar a
desvirtuarla– sino en convertirse en una vía clara
de acceso al conjunto de la realidad. Perder su
aspecto emocional significaría desligarnos del
mundo y de nuestro entorno que nos resulta tan
peculiar, tan propio.Vivimos y pensamos con todo
ese acervo, nos percibimos como una forma
inseparable de unidad.
Por todo ello, la propuesta de Cuéllar permanece
abierta, se adelanta a dialogar desde unas
premisas sólidas y no renuncia a sus convicciones:
Aunque creer no es lo mismo que razonar,
podemos hacer que sea razonable una creencia y
aunque nunca se llega a creer a través del
razonamiento, sí se puede llegar a entender y a
sentirse identificados y reforzados por ella.
De esta manera, cada vez que abramos el libro,
nos toparemos con las grandes ideas y con los
estados actuales de las cuestiones titulares y, cada
vez que lo abramos, podremos ver también la
figura humana del escritor que las observa.
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