Revista Pliegos de Rebotica - Nº 133 - Abril/Junio 2018 - page 37

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ay aspectos de la realidad que no
pueden verse con los ojos, solo la
conciencia nos lleva a una
interpretación auténtica. Lo
conocible se limita a los sentidos,
pero lo cognoscible nos lleva más allá de la
sensación.
Llamamos plantas verdes a las que tienen
clorofila, curiosamente, el verde es el único
color que la clorofila rechaza, por eso vemos
esa parte de la luz, el resto de la energía de la
luz se queda dentro de la planta, de manera que,
en rigor, la planta es de todos los colores salvo
el verde. El conocimiento nos la presenta verde,
sin embargo, el cognoscimiento nos puede
enseñar el verdadero color de las plantas
verdes.
En ocasiones el espíritu humano puede
parecérsele, lo más importante es aquello que
guarda para sí, aquello que atesora de forma tal
que es difícil alcanzarlo con la vista. Por eso,
conocer no es suficiente, se necesita
comprender a una persona para inferir su
sentimiento.
Algunas personas parecen disponer
espontáneamente de esta relación de tolerancia
con la realidad, no dudan de sus sentidos, no los
consideran engañosos, pero comprenden sus
limitaciones. Suelen tener amplio bagaje, haber
vivido directa o indirectamente crisis que ponen
en cuestión las sentencias extremas, los
pensamientos únicos, las primeras impresiones y
la inmensa mayoría de los refranes. Son esos
sabios de lo cotidiano que tienen por seguro
que lo único que sabemos del color de las
plantas verdes es que no son verdes en
absoluto.
Luis es un preadolescente de trece años, vive en
una de esas urbanizaciones donde la colmena se
extendió por el suelo en horizontal de forma
que las celdas se convirtieron en adosados. Su
familia debería considerarse estructurada. Su
madre es médica y su padre abogado, ambos
trabajan duro, muy duro.
Viven olvidados de sí mismos
y dedican su tiempo en
cuerpo y alma a su trabajo,
es así como quieren dar a
sus dos hijos un ambiente
con las mayores oportunidades.
Luis tiene un hermano menor que él, se llama
Pedro y por su corta edad vive aún en su
pequeño mundo infantil.
Desde un tiempo atrás, quizá unos meses, Luis
se ha vuelto arisco, enfadado, hostil y resistente
a las instrucciones de sus padres. Ha faltado al
colegio, se muestra desagradable en el trato y su
gesto siempre es duro, crispado, a punto de
saltar como un muelle contenido por un gatillo
que apenas puede contenerlo.
La situación eclosionó cuando Luis insultó
gravemente a su madre, palabras gruesas,
impensables en un niño que hasta hace poco era
paradigma de la dulzura. Incluso llegó a
amenazar verbalmente a su padre. Así comenzó
un periplo de consultas, primero al tutor del
colegio que sentenció que Luis es muy
inteligente pero que debe esforzarse más, que
su problema es el incumplimiento de las tareas
que sus profesores le encomiendan. Después
vieron al psicólogo del colegio quien les
recomendó un programa de habilidades sociales
para adolescentes. La madre, llevada por su
profesión consultó a un compañero
especializado en psiquiatría quien le convenció
de que era posible un trastorno desafiante que
podría evolucionar a otros problemas de peor
pronóstico. El
padre, incluso
pensó en la
necesidad de
buscar un
internado. Una
consulta a un
psicólogo
privado les indujo
a consentir varias
entrevistas entre Luis y el
Javier Arnaiz
FABULA
El color de las
plantas verdes
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