36
Pliegos de Rebotica
2018
LOS BOTICARIOS
unos pocos céntimos se cambiaban una y otra
vez.
Tenía un gran talento como narrador, sintiendo
predilección por argumentos desarrollados en
Norteamérica.Ya era un escritor consagrado
cuando debutó como escritora de novela rosa la
gran Corín Tellado.
Corín Tellado fue la última en incorporarse en los
años 40. Publicó la primera novela en 1946
cuando era una jovencita de 19 años, dando
comienzo a un fenómeno sociocultural. Con ella
la novela rosa subió de tono y toreó a la censura
como nadie. Su contrato con la revista Vanidades
la dio a conocer en los países latinoamericanos
donde se convirtió en un ídolo de masas. La
segunda autora en castellano más vendida después
de Cervantes según la UNESCO. Millones de
ejemplares vendidos y más de 5.000 títulos
escritos con una gran disciplina hasta terminar
una novela en solo dos días.
Su vida sentimental fue de novela. Casada y madre
de dos niñas, se
separó del marido
para no seguir con
una historia que
no llegaría a
ninguna parte. Un
escándalo para la
época. El marido
siguió enviándola
cartas que nunca
abrió y al morir él,
esas cartas sin leer
fueron arrojadas al
fuego.
Las mujeres
aficionadas a los
bolsilibros, se
apasionaron por la
novela rosa y desarrollaron un hábito de lectura
que les permitió atreverse con otras autoras
representantes de una literatura más prestigiosa:
Vicki Baum escritora austriaca autora de
Grand
Hotel
muy popular en toda Europa. Como también
Pearl S. Buck autora de
Viento del este
,
viento del
oeste, La buena tierra
, y otros muchos éxitos
literarios.Y de ahí a Somerset Maugham por esos
años el escritor más popular y mejor pagado del
mundo, especialista en el cuento corto fácil de
leer.
Las novelas rosas en bolsilibros de los años 40, 50
y 60, volvieron a reeditarse en colecciones
distintas. Algunos autores llegaron a publicar
3.000 títulos y vender hasta 50 millones de
ejemplares. ¡Caray! con la novela rosa, que parecía
la pariente pobre de la literatura, un tipo de
lectura fácil y rápida que generó unos beneficios
impensables al sector editorial, especialmente a
Bruguera.
Tramas fáciles de leer, un poco simples, que
permitían conocer otros escenarios diferentes a
los cotidianos,
paisajes
deslumbrantes
que en eses años
de escasez nadie
conocía porque
no se viajaba. Una
válvula de escape
para tantas
jóvenes de la
posguerra que
como decía
Carmen Martín
Gaite vivían “Entre
visillos”.
Pero, sobre todo,
acostumbraron a
leer.