confundamos la incertidumbre – o aleatoriedad
– con el caos.
Por definición, algo incierto o aleatorio no es
predecible, mientras que el comportamiento de
un sistema caótico sí lo es, aunque tal predicción
sea extremadamente difícil o compleja. En
nuestra
ceguera ontológica
, agrupamos o
encasillamos las observaciones, las
categorizamos
.
Ese proceso acaba por sobreponerse a la
cruda
observación, doblegándola hasta que se adecue
al tamaño y la forma de la casilla o
categoría
. Por
tanto, el proceso de categorización, tan común
en ciencia, en historia y en filosofía,
inevitablemente reduce la complejidad natural; es
como si le cortásemos las piernas al muerto
para que quepa en el ataúd. A partir de ahí,
seleccionamos cuidadosamente las
observaciones para que se ajusten a esa
reducción de la realidad y nos quedamos tan
satisfechos, pensando que así hemos demostrado
la veracidad de nuestro modelo.
La realidad es el todo, seamos o no capaces de
apreciarlo o percibirlo, antes, ahora y en el
futuro. Es la global y mutua interrelación
existente entre toda disposición de la materia y
la energía, en el tiempo y en el espacio, tanto en
su forma inanimada como en su particular
concreción en la vida, en la mente consciente e
inconsciente que busca conocer y encontrar
sentido al universo, a través del espíritu ético, de
la sensibilidad artística, del conocimiento
sistemático y el sentimiento de estar ligado con
el resto del universo.
En esa interrelación en la que todo depende de
todo, una de las manifestaciones que más llaman
mi atención es la extraordinaria capacidad que
tiene la realidad para facilitar la
autoorganización
de sus elementos, que está presente, a modo de
principio fundamental, en la emergencia de
cualquier elemento físico, biológico o cultural;
Salvador Pániker
[
Ensayos retroprogresivos
] se
refiere a ella afirmando que
el universo entero
aparece como animado de una misma dinámica
autopoyética
.
Los sistemas complejos apoyan la idea de que en
un planeta sin vida y sin química suficientemente
compleja, la vida puede aparecer
espontáneamente y organizarse en formas cada
vez más complejas y sofisticadas. Para
Ian
Stewart
(
Historia de las matemáticas en los
últimos diez mil años
), lo que queda por entender
es qué tipo de reglas llevan a la emergencia
espontánea de configuraciones en nuestro
propio universo; en resumen, qué tipo de leyes
físicas hacen que este primer paso crucial hacia
la vida sea no solo posible, sino inevitable.
Sin embargo, mucho me temo que con la única
ayuda de la razón, el hombre no es capaz más
que de vislumbrar un universo borroso y
preñado de hipótesis no verificadas, a través de
una visión limitada, plana y ridículamente
autosuficiente. Ofrecemos respuestas muy
simples a preguntas que, en realidad, son
extraordinariamente complejas; o, sencillamente,
ignoramos las preguntas tachándolas de
improcedentes o absurdas.
Al final, la duda siempre va más allá de la razón,
la trasciende.
Comunicación
Todo fenómeno cultural requiere la participación
de seres humanos que contactan entre sí
mediante convenciones sociales, constituyendo
procesos de comunicación. Tales procesos
funcionan como emisión de mensajes basados en
códigos subyacentes.
Pero la comunicación no es solo un sistema de
signos reconocidos. Es mucho más, necesita de la
implicación de sus protagonistas, a veces
adelantando el significado de una frase. Sin esa
capacidad, mezcla de memoria y de anticipación,
probablemente no podríamos ni escuchar, ni
leer, puesto que, como indica
José Luis Pardo
(
La regla del juego) solo podemos entender una
frase porque anticipamos su conclusión cuando
escuchamos o leemos su comienzo, porque al
escuchar su final aún recordamos su principio.
La comunicación se transforma en cultura
cuando la idea o la emoción transmitida se
identifican con su propio vehículo transmisor,
pero pedir a
Antonio Machado
que explique
su
Campos de Castilla
es como exigir a
Ludwing
van Beethoven
que haga lo propio con su
Novena Sinfonía
o a
Miguel Angel Buonarroti
con su
Moisés.
Simplemente, están ahí; son la
forma cerrada y perfecta con que el artista
traslada su emoción a los demás y a sí mismo.
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Pliegos de Rebotica
´2016
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LA REALIDAD BAJO LA ALFOMBRA