Revista Farmacéuticos - Nº 124 - Enero/Marzo 2016 - page 37

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esde que Mary Shelley,
allá por el 1818,
publicara la que es
considerada la primera
novela de ciencia
ficción,
Frankenstein o el moderno
Prometeo
la comunidad científica no
ha dejado de hacerse la misma
pregunta: ¿Cuáles los límites éticos y
morales en la búsqueda del
conocimiento? Probablemente esta
inquietud es anterior a la ciencia en
sí, recordemos que el primer pecado
relatado en la Biblia es comer del
árbol de la ciencia del bien y del mal.
Después queda en nosotros esa
impresión de que todo conocimiento
tiene algo de prohibido cuando es
nuevo, luego cuando es fagocitado
por la cultura se convierte en un aspecto natural
del devenir humano.
No es posible escribir una historia mejor que la
de Mary Shelley, tampoco me atrevo a pretender
relatar una historia con más fuerza que la
contenida en el libro base de la religión judeo-
cristiana. Pero quiero comprender y pensar con
quien esto lea cuáles son esos límites, para ello
contaré una historia porque en muchas
ocasiones la realidad supera a la imaginación. Es
un historia conocida, lo único que yo voy a hacer
es contarla de un modo simultáneo, dado que, de
hecho, mis tres
personajes compartieron el
mismo espacio tiempo, aunque
eso sí desde diferentes
perspectivas.
De la descripción de sus actos
intentaré obtener su leitmotiv,
el motivo fundamental que
guiaba sus pasos, entendido,
como en los orígenes del
término, como el factor de
repetición común. En música
es el tema recurrente de una
composición, en pintura
podría ser los aspectos o
colores que más abunden,
para el escritor habría que
interpretar las ideas que más
le obsesionan, en el caso de una biografía creo
que basta con advertir los comportamientos más
repetidos, aquellos que se hacen consustanciales
a la historia del sujeto en cuestión.
Como anuncié al principio intentaré resumir la
conducta más repetida y su leitmotiv de tres
personas que compartieron tiempo y lugar, los
tres con sólida formación científica y los tres
con un decidido compromiso: Josef Menegele
médico seleccionador de personas destinadas al
trabajo o a la extinción en Auschwitz y
responsable directo de la muerte de cerca de
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Javier Arnaiz
Pliegos de Rebotica
´2016
FABULA
Josef Mengele e Irma Grese
fuera de servicio
La sombra del
doctor Mengele
Directamente en su corazón
los gemelos negros
Gisella Perl fue una ginecóloga
judía que realizó más de mil
abortos a sus compañeras pri-
sioneras del campo de concen-
tración de Auschwitz para sal-
varlas de los tormentos a los
que las sometían los nazis.
No es
un cuento
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