Revista Farmacéuticos - Nº 121 - Abril-Junio 2015 - page 13

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Pliegos de Rebotica
´2015
No hay noticias sobre los musulmanes de
Madrid entre la conquista y la promulgación del
Fuero de 1202. Es posible que la mayor parte de
los habitantes de la ciudad de Toledo la
abandonaron para marchar al sur y encontrar
acomodo y refugio entre sus correligionarios.
Los musulmanes restantes, de humilde
condición y privados de sus dirigentes, no
dejaron huella en las fuentes escritas. Si en un
principio los términos de la capitulación habían
sido generosos por parte del rey, ya en 1089,
Alfonso VI concedía a la Iglesia de Toledo las
mezquitas mayores del reino toledano. Esto sólo
pudo suceder así por la marcha de la mayoría
de la población islámica al sur. Pero ¿no podría
estar más relacionado con la presión eclesiástica
al rey en este sentido, en una labor claramente
proselitista encaminada a ganar nuevos adeptos
para la causa de la Cruz, restándoselos a los de
la Media Luna? Fuese como fuese, esta situación
debió reproducirse en Madrid, donde por su
carácter fronterizo y en consecuencia provista
de numerosa población militar, buena parte de
esta última debió salir por patas por si las
moscas y si cambiaban los vientos de bonhomía
que soplaban dentro de Alfonso VI. Pero no
todos salieron de Madrid. Sólo notables y
militares, y con la pata quebrada el resto,
quienes sabían que su situación no mejoraría en
ningún otro lugar. Eran los campesinos y
artesanos, quienes vivían en el arrabal sur de la
ciudad, la morería vieja que llamaban los
cristianos, en cuyas calles y plazas quedan
vestigios fosilizados de un pasado musulmán en
el primer Madrid cristiano. Las clases superiores
de la sociedad
mayrití
, que componían uno de
los Madriles, ése de posición socioeconómica
más desahogada, el que habitaba en recintos
amurallados como el de la
almudayna
, ése que
actualmente está ocupado por una catedral y
explanada aneja que comparten nombre
(Almudena, precisamente), abandonaron la plaza
en su mayoría. Perdían su influencia política de
muchos años en la pequeña ciudad fronteriza y
poco les quedaba por hacer aquí. Los que
quedaron lo hicieron además en una situación
de inferioridad jurídica respecto a los cristianos,
ya fuesen mozárabes o repobladores norteños.
La discriminación sufrida por la población
islámica de Madrid en todos los aspectos, es
posible detectarla en las ordenanzas del Fuero
de 1202, que reunía disposiciones municipales
elaboradas durante el siglo XII, mientras Madrid
estuvo sujeta al Fuero de Toledo. El mismo
delito no era castigado de igual manera si era
cometido por moro que por cristiano. Sirvan
como botón de muestra los siguientes
ejemplos. Según Juan Carlos de Miguel
Rodríguez, el moro que agredía o hería a un
cristiano debía pagar a la víctima 60 sueldos. Si
sucedía al contrario, el cristiano agresor sólo
pagaba una multa de un maravedí por agredir a
un “moro horro” (libre). La agresión de un
cristiano a otro de la misma religión se
castigaba con dos maravedíes. Las penas, de
índole económica sobre todo, se aplicaban
según la procedencia social de agresor y
agredido. Se prohíbe a los mudéjares testificar
en pleitos en los que anduviese involucrado
algún cristiano. Por el contrario, en los juicios
contra moros, las ordenanzas municipales
imponían la presencia obligatoria de un vecino
de Madrid de religión cristiana, junto a un
testigo musulmán libre. Hay dos cosas que
llaman la atención: el cristiano tiene que ser
vecino de Madrid, no sirve cualquiera, y recalca
la condición de libre del musulmán. Este hecho
implica que dentro de la sociedad musulmana
existen otros miembros que carecen de
libertad jurídica: cautivos o esclavos. Pero
también libertos. Los libertos, habían sido
anteriormente esclavos que habían sido
manumitidos, y que mantenían lazos clientelares
con su antiguo dueño. En las causas contra
cautivos musulmanes era necesaria la presencia
de dos testigos cristianos y uno musulmán
libre. Como siempre, los cautivos eran poco
menos que un objeto, pero al mismo tiempo,
carecían de la responsabilidad jurídica de un
Este es el aspecto que pudo tener Madrid en el siglo XI después
de la conquista de Alfonso VI.
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