Revista Farmacéuticos - Nº 121 - Abril-Junio 2015 - page 11

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Fernando Paredes Salido
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Pliegos de Rebotica
´2015
En el centenario de la muerte del
padre Luís Coloma
(1851-1915)
E
l 14 de abril de 1915, fallecía en
Madrid el gran escritor y jesuíta Don
Luis Coloma, prosista y escritor de
cuentos muy conocido en su
siglo. Nacido en Jerez de la
Frontera, hijo de un afamado
médico y perteneciente a la clase
alta de la misma ciudad. Intentó
los estudios navales en la Escuela
Preparatoria de San Fernando sin
éxito, ya que no era su verdadera
vocación la de marino y marchó a Sevilla
para estudiar Derecho y comenzar su
carrera literaria.
Fruto de su inquietudes en este campo es
su conocimiento personal y literario de autores como
Fernán Caballero, Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Leopoldo Alas oValera entre otros.
Trabajó en el bufete de Hilario Pina en Madrid,
ciudad en la que empezó a frecuentar tertulias
elegantes y a colaborar en distintos periódicos
defendiendo la Restauración de los
Borbones,compartiendo su tiempo como gacetillero
en el Tiempo, Periódico Político y el Porvenir.
La experiencia de ver la muerte de cerca a
consecuencia de una herida de bala en el pecho que se
produjo fortuitamente limpiando un revólver, le hace
plantearse de nuevo su vocación, inclinándose hacia la
vida religiosa e ingresando en la Compañia de Jesús en
1874, hastiado de la vida frívola de los cenáculos
madrileños y de las tertulias literarias. No obstante
estos hechos le servirían de experiencia para conocer
a la alta sociedad de aquél tiempo, a la que reflejaría en
sus escritos.
Es ordenado sacerdote y pasa a desempeñar tareas
educativas en centros de Sevilla, Galicia, Murcia y
Madrid, no abandonando el periodismo y
posteriormente consagrándose por entero a la
literatura, pasando del costumbrismo y de los relatos
cortos de sus "Lecturas Recreativas" a la sátira social
de su novela "Pequeñeces" que se considera su obra
maestra, a caballo entre el realismo y el naturalismo,
con logrados perfiles de la aristocracia madrileña del
reinado de Amadeo I y los inicios de la Restauración.
Se ha estudiado mucho esta obra de Coloma, pero
no se percibe su espiritualidad subyacente, cayendo
solo en interpretaciones caricaturescas e
incomprensiones, en la que la doble moral está al
orden del día, en un ambiente relajado y que califica de
"pequeñeces" a desmanes sociales y políticos que se
suceden. y que habían surgido a partir de un
progresivo alejamiento de la vida sencilla de otros
tiempos así como el olvido de Dios.
Como todos los grandes hombres tuvo sus
detractores, como Don Juan Valera, Clarín, Emilia
Pardo Bazan, Mariano de la Cavia o el periodista
Martinez Barrionuevo que llegó a tachar de libro
funesto esta novela. Se le veia como el
sucesor de Alarcón y Doña Emilia en su
Nuevo Teatro, lo considera inpregnado de
integrismo y de
tradición. Por su
parte Valera, picado
por el éxito de la
obra, señala con
ironía supuestas
contradicciones,
alegando que: "la
novela hubiera
sido mejor sin
ser sátira y la
sátira mejor sin
ser novela, y el sermón retemejor si no hubiera sido
ni novela ni sátira".
El Heraldo de Madrid abrió un concurso de
opiniones sobre Pequeñecesy durante quince días
estuvo publicando críticas y erróneas
interpretaciones que molestaron mucho al autor y a
los jesuítas y le impulsaron a cultivar desde entonces
temas menos polémicos, como el cuento o la novela
histórica en los que nuestro hombre se revela como
excelente narrador, algunos de ellos inolvidables
como "Ratón Pérez", "Periquillo sin Miedo" o "La
Gorriona". El escritor siguió publicando luego
"Retratos de antaño" (1895), una serie de
evocaciones históricas y entre 1895 y 1896 la
primera parte de Boy, que no logró continuación, "La
reina mártir" (1898), biografía novelada de María
Estuardo," Jeromín" sobre Don Juan de Austria
(1902), "El Marqués de Mora", o "El Mundo de los
Niños".
Otros acervos críticos, como Ferrándiz lo
acusaron de mala gramática y de haberse convertido
en uno más en los salones de la nobleza que tanto
detestaba. Según él, lo dedicaron a servir a la
Compañía precisamente entre la aristocracia, en
balnearios distinguidos sin apego a la vida conventual.
Su aportación a la literatura de su tiempo es muy
importante, dando un giro al realismo naturalista de
entonces, impregnándolo de una espiritualidad y
esperanza manifiestas.Aunque el mundo de los
adultos es como un mar embravecido en el que no
es difícil sucumbir ante los escollos, su mensaje es
optimista, dentro del pesimismo circundante. La
salvación es posible sin vida disoluta y con la ayuda
de Dios y de su Santa Madre.
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