Revista Farmacéuticos - Nº 120 - Enero/Marzo 2015 - page 21

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Pliegos de Rebotica
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e cumplen, y se celebran,
quinientos años de la Fun-
dación del Carmelo Des-
calzo. Y aquella semilla
sembrada por Madre Tere-
sa de Jesús en su Ávila natal, se ha
extendido por la faz del mundo ca-
tólico llenándolo de ubérrimos fru-
tos espirituales.
También llegó su mensaje, su siem-
bra y su cosecha, hasta nuestra pro-
fesión farmacéutica en la persona
de Elvira Moragas Cantarero, María
del Sagrario de san Luis Gonzaga,
Carmelita Descalza.
Nace en Lillo (Toledo) en 1881. Sus padres se llama-
ban Ricardo Moragas Ucelay e Isabel Cantarero Var-
gas. Él era farmacéutico de aquella localidad en la que
también había ejercido como tal el abuelo de Elvira.
Sin cumplir ésta cuatro años, trasladan a su padre a
Madrid como farmacéutico proveedor de la Casa
Real y abre su Oficina de Farmacia en la calle Bra-
vo Murillo.
En la capital, Elvira asiste inicialmente al Colegio de
las Madres Mercedarias para, a la edad de trece años,
ingresar en el Instituto de San Isidro desde el que se
traslada al Cardenal Cisneros. Y alcanza el título de
Bachiller con la calificación de sobresaliente.
En la revista
Bellas Artes
apareció una reseña relati-
va a ella que terminaba así: […]
Se
propone seguir ahora la carrera de Far-
macia donde, merced a su talento y
aplicación, merecerá idénticos triunfos.
Aquí, donde suele ser tan modesta la
educación que se da a las mujeres, con-
suelan y agradan ejemplos como éste.
Su padre, pues, no duda en inducir-
la a estudiar, hija, nieta y sobrina de
farmacéuticos, la carrera de Farma-
cia, pues se había educado práctica-
mente en una rebotica.
Y en mayo del año 1900 es admiti-
da en la Universidad Central en la
calle de San Bernardo y allí supera el Preparatorio,
estudiando los restantes cuatro cursos de la Licen-
ciatura en la Facultad de Farmacia propiamente di-
cha que estaba en la calle Farmacia, entre Hortale-
za y Fuencarral, en el edificio que ahora ocupa
nuestra máxima Institución, la Real Academia Na-
cional de Farmacia.
¿Así de fácil? Verás, amigo lector: Para poder matri-
cularse para el Preparatorio y el resto de los cur-
sos, asignatura por asignatura, se requería que los
respectivos catedráticos respondieran por escrito
que se guardaría el orden y la disciplina en las cla-
ses y que la presencia de la alumna Elvira Moragas
no sería un obstáculo para ello.Y así, el padre de la
alumna elevaba una petición escrita al Ministro de
Instrucción Pública pidiendo que fuera matriculada
su hija Elvira en las respectivas asignaturas que ca-
da año se explicaban. Del Ministerio se pasaba la so-
licitud al Rector de la Universidad Central
para que
con arreglo a las disposiciones vigentes se sirva tener
por concedido lo que se solicita, siempre que los respec-
tivos catedráticos respondan del orden de sus clases.
Así un curso y otro curso. El Rector pasaba la ins-
tancia al Decano de la Facultad a fin de que los ca-
tedráticos informasen al Rectorado y se concedía la
matriculación en vista de los anteriores informes
positivos. He aquí dos de estos pareceres:
<<
El que suscribe cree que la alumna a que se refie-
re esta instancia, puede asistir a clase sin que se per-
turbe en lo más mínimo el orden de la misma
>>. Ma-
drid, 22 de septiembre de 1903. El Catedrático de
Farmacia Práctica, Joaquín Olmedilla.
Ángel del Valle Nieto
Elvira Moragas
farmacéutica
María del Sagrario de San Luis Gonzaga,
Carmelita Descalza
Parroquia de San Martín Obispo, de Lillo,
su lugar de nacimiento.
Elvira Moragas
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