Revista Farmacéuticos - Nº 120 - Enero/Marzo 2015 - page 11

zar y La Torre de Juan Abad, penetrando en Sierra
Morena, en donde tuvo lugar su pérdida en los “Ris-
cos deValdeinfierno”, cerca de la Venta de los Santos
y Venta Quemada. Salvado el entuerto con la ayuda
de Dios y de su Madre, llega a través de La Ventilla
a Beas en febrero de 1575, siendo recibida en olor
de multitud por todo el pueblo.
El lugar, dicen las crónicas era fértil, agradable y fron-
doso.Al extremo oriental del valle , se levanta un ote-
ro coronado por las ruinas de un castillo de origen
morisco o romano y cerca de este otero “que está
poblado como una colmena por una especie de tro-
gloditas”, se hallaba el convento en un espacio trian-
gular bastante estrecho, habiendo fluir hacia este lu-
gar abundantes aguas, que daban vida a muchas
fuentes y en parte salieran las paredes de la iglesia.
En Beas pasó la fundadora unos noventa días de gran
actividad y de descanso.Aquí cumplió sesenta años y
la eximia contemplativa pasó una primavera delicio-
sa, de suerte que sus reticencias iniciales por nues-
tra tierra, se tornaron en parabienes. En una de sus
cartas, reconoce que su estancia en Beas fueron :“los
mejores días de mi vida sin encarecimiento.”. Muchos
biógrafos apuntan a que la Madre pensó en retirar-
se aquí, de no ser requerida por el padre Gracián (al
que conoció en este lugar, para ir a Sevilla a fundar
un nuevo convento o “palomarico”, como ella gusta-
ba de llamar, el 18 de mayo de 1575.
Su primera parada fue en Santisteban del Puerto don-
de pernoctó con su acompañamiento en la Venta de
SanAndrés en el camino de Santisteban a Navas, don-
de existía una ermita del mismo nombre, al objeto
de partir al día siguiente en dirección al lugar de las
Navas, para proseguir camino hasta Linares.
De Linares hasta Sevilla con la dificultad de vadear el
Guadalquivir a la altura de Mengíbar y con un calor
asfixiante. Partió de Beas el 17 de Mayo de 1575, lle-
gando a Sevilla el 26 del mismo mes, con la dificul-
tad sobreañadida de que aunque el arzobispo don
Cristóbal de Rojas apreciaba mucho a los carmelitas
descalzos que ya habían fundado en la ciudad; el P.
Gracián, creyendo darle una sorpresa agradable, no
le dio cuenta de la venida de las religiosas y contra
lo que se esperaba, negó el magnate religioso la au-
torización de establecimiento, entre otras razones
porque era enemigo de los conventos sin renta, co-
sa que se salvó al ser bienhechor de la fundación don
Alonso de Cepeda, hermano de Teresa que volvió
con dineros de las Indias en agosto del mismo año.
Denunciada ante la Inquisición por sus obras, que no
vieron la luz hasta después de su muerte en 1582,
no obstante tuvo que comparecer ante el Santo Ofi-
cio en 1575 tras la denuncia de María del Cerro, ex-
pulsada de su convento al ser acusada de practicar
una doctrina nueva y supersticiosa, llena de embus-
tes y semejante a la sostenida por los alumbrados.
Enfrascada en estas luchas y en su consiguiente de-
fensa, la fundadora no pudo ir a Caravaca de la Cruz
a finales del mismo año, enviando a Ana de San Al-
berto para esta misión, y tampoco pudo marchar a
Granada en enero de 1582 pues estaba convencida
de que Dios la quería para la fundación de Burgos,
dando sus veces a Ana de Jesús, que desde Beas mar-
chó para esta ciuda Esta madre carmelita murió el
mismo día que Teresa, el 4 de octubre de ese año de
1582, apareciéndosele la Santa antes de su muerte.
Teresa no era muy partidaria de fundar en Andalu-
cía, pero fue obediente a la voluntad de Dios y gra-
cias a ello, contamos con varios conventos en nues-
tra tierra, bendecidos y aumentados. La inquieta
andariega, mujer de inteligencia peregrina , tanto más
humana cuanto más divina, triunfó una vez más ante
los elementos hostiles.
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Pliegos de Rebotica
´2015
Las Huellas de Santa Teresa en Sevilla
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