Revista Farmacéuticos - Nº 115 - Octubre-Diciembre 2014 - page 27

Johann Nepomuk Mäzel (Maelzel)
inventor de la corte de Viena a quien se
deben inventos
como el
metrónomo,
audífonos
diseñados para
Beethoven y el
panarmónico.
muy buena impresión, animándole éste a emprender
un viaje a Inglaterra que serenase su espíritu y se
olvidase un poco de Viena de cuya vida allí
comenzaba a cansarse, y le exhortó que compusiera
algo para su Panarmónica que bien podría ser un canto
de salutación a los ingleses exaltando el triunfo del
general Wellington en España en la batalla de Vitoria.
Y se puso manos a la obra y pronto compuso la
Sinfonía de batalla sobre la victoria de Wellington.
Aunque sin duda no fue su obra más brillante, a lo
que influyeron todos los críticos franceses que no le
perdonaban que celebrase el triunfo de los ingleses y
tampoco a él le convenciese demasiado e incluso a
veces decía que le parecía una estupidez, lo más
importante fue que merced a esta obra volvió a
recuperar la confianza en sí mismo y sentir a la vez la
necesidad de un público.
La Sinfonía constaba de dos movimientos ,
solamente el primero de ellos correspondía a lo
escrito para la Panarmónica, el segundo movimiento
ya fue compuesto directamente para orquesta y con
ellos formó esta sinfonía que denominó La Batalla
de Vitoria. En este último movimiento desarrolló el
tema del himno inglés para representar a su ejército,
utilizando el
Rule Britannia
y el
God save the King
de los que ya había escrito algunas variaciones
anteriormente. Para representar al ejército vencido
utiliza el tema de la canción infantil Mambrú se va a
la guerra , lo que se ha podido interpretar de muchas
maneras, nosotros quizá nos inclinemos por la
menos seria y más veraz , pues es de esperar que el
maestro de Bonn conociese de sobra La Marsellesa
compuesta más de veinte años antes y aquí prefirió
tratar a los franceses en un tono jocoso y burlesco lo
que demuestra el sentido del humor de este músico
sin par.
Maelzel se muestra eufórico y anima a Beethoven
para que la obra sea presentada al público, lo cual tuvo
lugar en dos conciertos que organizó el propio Maelzel
para los días 8 y12 de diciembre de 1813 en los que
además de la Batalla de Vitoria se dio la Séptima
Sinfonía. El triunfo fue absoluto y la gente salía loca
de entusiasmo, mientras meditaba el músico sobre la
importancia del público que le hubiese venido de
maravilla a lo largo de su vida. Beethoven siempre
componía para la élite, cuidando mucho el nivel de sus
composiciones mientras que su antecesor Mozart
arrasó con sus últimas óperas pensando un poco en el
gran público por el que llegaba la fama y el dinero, lo
cual confirmaría Rossini plenamente, al que
Beethoven admiraría pocos meses después, pero el
maestro era como era.
La idea de presentar la obra junto con la Séptima
Sinfonía estamos seguros que fue el detonante por la
rotunda calidad de esta pieza. Además a Beethoven le
daba miedo enviar solo La Batalla, obra en la que no
confiaba mucho y acertó.
La obra a mi me encanta porque la encuentro
original y sobre todo divertida, porque presenta y
después enfrenta a los dos bandos con singular gracia
y una orquestación definitiva como no podía ser
menos en el maestro genial, y porque es la excepción
dentro de la colosal composición de Beethoven que, a
pesar de todo, no tardaría mucho en calificarla de una
estupidez completa. Se la dedicó al príncipe regente de
Inglaterra, que con el tiempo sería Jorge IV, que le
gustó mucho, y que no tuvo la cortesía de
agradecérselo.
Al músico, que había cancelado su viaje a las
islas, no le afectó lo más mínimo, y además se
enfrentó a Maelzel porque al parecer este se
consideraba autor y propietario de la obra por
aquello de la Panarmónica e incluso llegaron a
pleitos. En fin dejémoslo en una mera anécdota,
porque la conclusión provechosa fue, como diría
Schindler, que aquello había significado un
momento decisivo para la gloria de Beethoven pues
le infundió ánimo y ya vería la vida de otra manera,
afrontando su última etapa, gloriosa por cierto, con
nuevo vigor y muchos ánimos.
Su primera reacción fue reponer su ópera Fidelio,
olvidada durante ocho años, a la que retocó y volvió a
representar ahora con mayor éxito, que seguiría en
aumento hasta hoy, continuando después su senda
gloriosa en la que culminaría con la más grande
producción que se conoce. Y sumidos en estas
meditaciones finalizamos aquella tertulia de la que
salimos con una alegría especial.
27
MÚSICA
El duque de Wellington,
Goya. National Gallery, Londres.
Retrato de Beethoven
Francis Pelichek-1920
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