Revista Farmacéuticos - Nº 115 - Octubre-Diciembre 2014 - page 37

baño (ingenua de mi), me fui muy decidida a
abrirla. La mujer de la casa dio un pequeño
gritito, “¡no!”. Y nos explicó que era otra
habitación, pero el inconveniente es que
tenían que entrar y salir por la nuestra. Mi
marido se rió y yo me enfade. Total,
tampoco nos quedamos. Volvimos
al Hotel. La noche se nos estaba
complicando. Después de
muchos conciliábulos entre ellos y
cuando ya estábamos dando cabezadas,
decidieron que podíamos quedarnos en la
habitación del contable. ¡Pues que bien! y
allá que nos fuimos y hasta agradecidos
porque ya me veía durmiendo en una
silla. La susodicha y pomposamente
llamada habitación (yo creo que
aquello era un trozo de pasillo),
tendría un metro escaso de ancho por
uno ochenta de largo (bueno,más bien
más que menos), eso si, un gran
ventanal que ocupaba toda una pared
y que daba a la calle, una cama pequeñuca y un
cuarto de baño tan chiquitín que hubiera hecho las
delicias de un pitufo azul. Seguro que el contable
tenía ser uno de ellos. Pero allí nos quedamos.
Hacía calor y tuvimos que abrir la cristalera, por
cierto que cama y vidriera estaban a la misma
altura, así que al más suave empujón ¡zas! se caía
uno a la calle. Todo un deporte de riesgo quedarse
dormido aquella noche. Al final lo solucionamos
sentándonos en la cama recostados en la pared y
los pies asomados a la ventana. Dormir no
dormimos mucho, pero reír si que nos reímos.
Imaginando sobre todo los comentarios de la
gente al ver cuatro pies asomados en una ventana.
A la mañana siguiente nos tenían preparada la
mejor habitación con un gran ramo de flores y
una caja de bombones. ¡Ah! y vimos el Hotel, al
que debíamos haber ido si no fuéramos tan
despistados. ¿Pero quien iba a pensar que en
¡¡aquella época!! en Cangas había más de un
Hotel? Y encima con unos nombres tan parecidos.
Hubo máscosas ¡muchas mas! Pero lo mejor de
todo fue el viaje. Por una serie de circunstancias
(las circunstancias es que entonces no teníamos
coche) nos tuvimos que ir de Madrid
a Santiago de Compostela en tren, en
primera y por la noche. No había otra
cosa. ¡Y nos fuimos! Compartíamos el
departamento con un matrimonio
“de la edad media” y una madre
con su “joven” hija, muy
repijas, muy repipis, muy
recursis, muy de todo.
Como ya era tarde apagamos la luz y a
dormir. A la amanecida me despertó una
especie de monstruoso rugido. Abrí un ojo y
vi a las pijas inquietas, nerviosas,
cuchicheando entre ellas, dando botecitos en el
asiento. Me di cuenta que alguien estaba
roncando a pierna suelta. Nada extraño porque, ya
se sabe que de jóvenes todos los hombres roncan,
las mujeres no, pero al llegar a cierta edad los
hombres dejan de roncar y nosotras... ¡pues que
sí! Miré y mi marido tenía los ojos cerrados,
pensé: “Cielos, ¿ha que va a ser él?”... Pero de
repente ¡los abrió! Di un gran suspiro de alivio. El
único que continuaba con los ojos cerrados y
roncando a todo roncar era el marido de la otra
señora. Muy apurada le dio suavemente con el
codo, volvió a darle másfuerte y ¡másfuerte!
Inútil. Al final tuvo que zarandearle para que se
despertara. La cosa tenía gracia y nos dio por reír
a los cuatro bajo las miradas entre asombradas y
airadas de las pijas.
Pero ahí no terminó el asunto. Cuando volvimos
de desayunar estaban todos en animada
conversación en la que también nosotros metimos
baza, ¡como no! Hacía mucho calor y de repente...
de una de las maletas empezaron a caer unas
gotas rojas, pero ¡rojas, rojas! Caían sobre la
blanca camisa del “roncante”. Todos nos
callamos. Las risas se nos quedaron heladas. Se
hizo un silencio de muerte. ¿Por qué se me
ocurriría lo de “muerte”?. Nadie se atrevía a
preguntar de quien era la maleta. Con la cantidad
de novelas policíacas que yo había leído, en
seguida me imaginé ¡un crimen! Por una
herencia?..., por celos?..., o tal vez sería por
venganza?... Un ser descuartizado.... Unos
testigos, nosotros, a los que el asesino debía
eliminar. El criminal no tendría compasión.
¿Cómo nos mataría?. Y nosotros
Puerto de Castro-Urdiales.
Cantabria,Santoña.
P
de Rebotica
LIEGOS
37
RELATOS
1...,27,28,29,30,31,32,33,34,35,36 38,39,40,41,42,43,44,45,46,47,...52
Powered by FlippingBook