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Panorama Actual del Medicamento
ASESORAMIENTO FARMACÉUTICO
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Cininas: péptidos producidos por escisión
proteolítica a partir de precursores plas-
máticos inactivos: bradicinina.
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Sustancias exógenas: capsaicina.
En respuesta a la estimulación, los nocicepto-
res producen y liberan mediadores químicos de
acción rápida. Generalmente, se trata de ami-
noácidos (ácido glutámico) o pequeños péptidos
(cadenas de hasta 25 aminoácidos), tales como la
sustancia P
, formada por 11 aminoácidos y con-
siderada como el principal neurotransmisor noci-
ceptivo en las fibras de tipo C. Estos mediadores
químicos inducen modificaciones del flujo iónico
(fundamentalmente, salida de potasio y entrada
de calcio) que conducen a la despolarización de la
membrana neuronal. Si el nivel de despolarización
es adecuado, se generará un potencial de acción,
que se propaga en sentido aferente (desde la pe-
riferia hacia las estructuras nerviosas superiores).
El impulso nociceptivo recorre los nervios perifé
ricos, llega a las capas superficiales del asta dorsal
espinal y asciende por alguna de las múltiples vías
medulares, pasando por el cerebro medio, para
acabar en el tálamo, desde donde se distribuye
hacia la corteza cerebral.
El estímulo nociceptivo activa tanto los siste-
mas ascendentes de transmisión del dolor como
los sistemas endógenos inhibitorios de la trans-
misión nociceptiva (opiáceo,
α
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-adrenérgico, co
linérgico, etc.) situados a nivel periférico, espinal
y supraespinal. La integración de la transmisión
excitatoria e inhibitoria a estos tres niveles deter-
mina las principales características de la transmi-
sión y percepción del dolor y permite al sistema
nervioso discriminar entre estímulos lesivos y
otros inocuos.
El impulso nociceptivo es transmitido por di-
versos tipos de conducciones nerviosas (forma-
das, obviamente, por neuronas). La velocidad de
transmisión del impulso varía según el grado de
mielinización de estas conducciones, al actuar la
mielina como un auténtico aislante eléctrico. Así,
se ha estimado en un valor de 6 metros por se-
gundo (6 m/s) por cada micra (µm) de grosor de
la capa de mielina. Dado que el diámetro neu-
ronal es de 2 a 20 µm, la velocidad de conduc-
ción fisiológica de los estímulos dolorosos está
comprendida entre 12 y 120 m/s. En casos espe-
ciales, el diámetro neuronal alcanza valores tan
bajos como 0,2 µm, lo que implica velocidades de
transmisión de apenas 0,8 m/s. Este tipo especial
de neuronas juega un papel decisivo en la trans-
misión de los impulsos que dan origen al
dolor
lento
, y son denominadas fibras C.
Las fibras con mayor grosor en la capa de mie-
lina (entre 1 y 6 µm) son denominadas fibras A
d
(léase A “delta”), que conducen los impulsos cau-
santes del dolor rápido (la velocidad de transmi-
sión es de 6 a 35 m/s). Este último tipo de fibras
son las únicas activadas en los procesos en los
que hay un intenso estímulo cutáneo como, por
ejemplo, el que se produce por el pinchazo de un
alfiler.
Según el tipo de fibra, el acceso al tálamo se
produce por vías medulares diferentes. El com-
plejo ventrobasal del tálamo (formado por los
núcleos laterales y posteriores) recibe conexiones
neuronales procedentes del sistema de conduc
ción rápida. En estos núcleos están representados
topográficamente la cara, la cabeza y el cuerpo,
lo que implica un elevado grado de especializa-
ción y selectividad en la ulterior interpretación
de los impulsos dolorosos a nivel de la corteza
cerebral.
Las neuronas que siguen el sistema ascen-
dente múltiple de la médula transmiten los im-
pulsos lentos (dolor lento), pasan por la forma-
ción reticular y terminan en los núcleos medial e
intralaminal del tálamo. A diferencia de los otros
núcleos talámicos antes indicados, estos últimos
no muestran ninguna organización topográfica.
Esto quiere decir que no existe, o bien no se co-
noce, reciprocidad entre áreas determinadas de
estos núcleos y una localización orgánica espe-
cífica. De los núcleos medial e intralaminal irra-
dian fibras aferentes en dirección a la corteza, al
sistema límbico (relacionado con las emociones y
la memoria) y a los ganglios basales (implicados
en el control de los movimientos voluntarios).
Por todo esto, el tálamo aparece como el gran
“discriminador” de los estímulos dolorosos que
ascienden por la médula.
Además de los estímulos nociceptivos aferen-
tes (periféricos), existen vías descendentes de los
centros superiores que participan en la transmisión
ascendente. Uno de los elementos esenciales de
este sistema de
control de apertura
o
control de
barrera
es el
sistema inhibitorio descendente
.
Gracias a él, el propio cerebro es capaz de modu-
lar, parcialmente al menos, la percepción de estí-
mulos dolorosos. En particular, el estrés y el propio
dolor parecen activar estas vías inhibitorias des-
cendentes. Este sistema parte de la actividad de
neuronas
encefalinérgicas
, de la sustancia gris pre-
sente en torno al acueducto o área gris periacue