Revista Farmacéuticos - Nº 134 - Julio/Agosto 2018 - page 30

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Pliegos de Rebotica
2018
En 1932, ingresó en la Facultad de Derecho de
Sevilla, siendo la única mujer que estudiaba dicha
carrera, por lo que iba acompañada de toda una
parafernalia así como de una “doña” para
solventar los prejuicios sociales. En 1936, se
afilió a la Falange siendo Delegada del Sindicato
Español Universitario (SEU), dentro de la Junta
Política del Partido. Terminada la Guerra Civil
decide ejercer su profesión por libre, ya que el
ingreso en la Escuela Diplomática le estaba
vedado al ser mujer.
En 1952, comenzó su colaboración en el diario
ABC, y el 7 de noviembre publicó el artículo
titulado “
El domicilio Conyugal
” en el que
denunciaba la discriminación por razón de sexo
existente en la legislación española. El artículo
desató un estado de opinión sobre el tema y
una campaña a favor de una revisión jurídica con
una notable proyección internacional que se
concretó en una reforma del Código Civil, a
través de la Ley de 24 de abril de 1958, en la
que se daba un importante paso hacia la
equiparación de los sexos y abría
el camino a futuras reformas en
el franquismo.
En 1945, escribe su novela
Bodoque
” así como unas
reflexiones sobre la misma, “
La
ciudad perdida
”, “
Simone de
Beauvoir
”, “
La hija de Don Juan de
Austria
”, “
Falsa y Verdaderas formas
de feminismo
”, “
Catalina y Micaela
en la Corte alegre de Turín
”, “María
de Mendoza”, sus memorias de
las que se han publicado 4
volúmenes: “La infancia”, “Visto y
vivido”, “Escucho el silencio”
“Espejos rotos y espejuelos”. Posteriormente
“Monte de Sancha”, “La mano de la niña”,
“Collar de ambar” o “A instancia de parte”.
Mujer independiente y libre, tolerante, amante
de las cosas sencillas, fue toda una pionera, ya
que, además de los éxitos que obtuvo como
jurista, pese a los vetos que soportó en el
camino, dominó el arte de narrar, y, también
colaboró en prensa, investigó episodios de la
historia de España, relacionados con las
desigualdades sociales en torno a la mujer, e
hizo labores editoriales en revistas culturales,
según manifiesta Miguel Soler Gallo. Había
conseguido lo más importante: el “derecho de
amor” una conquista que los estudios superiores
y la posibilidad de valerse por sí misma le habían
otorgado.
A veces fue olvidada porque era incómoda,
porque no encajaba en determinados esquemas
mentales de aquella época. Llevó a su ciudad en
lo más interno de su ser, no perdiendo nunca su
acento gaditano, siendo Cádiz el
espacio preferido para
desarrollar algunos de sus
argumentos.
En 1957, la Residencia de
Estudiantes le realizó un
homenaje por su defensa de los
más débiles (que eran entonces
las mujeres y los niños). Logró
plasmar en sus escritos con un
estilo ágil y sencillo las cosas más
hermosas de su tierra. Pocos
testimonios literarios existen tan
evocadores de un Cádiz ya
perdido.
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