Revista Pliegos de Rebotica - Nº 133 - Abril/Junio 2018 - page 10

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E
E
l amor nunca muere;
perdura a través
del tiempo, es
eterno, incon-
mensurable,
dulce y amargo, ines-
table, alegre y triste,
incontrolable, vehí-
culo de odios y pa-
siones, objeto y ra-
zón de poetas, inherente
a la condición humana, protagonista
de dramas y situaciones cómicas. Es
tan versátil que adopta mil formas
de expresión y se traduce en música, po-
emas, obsequios, loas, reproches, besos, odio, caricias; y
desaparece, evoluciona y renace como las civilizaciones,
como la historia, como la moda.
El amor de fondo y el verso conductor siempre van uni-
dos en ese afán de trascender y dejar huella; pero no
siempre ha sido un vehículo de connotaciones román-
ticas; cada época y situación histórica ha condicionado
su expresión poética.
Los inicios de la lírica amorosa
Si nos remontamos a tiempos inmemoriales ya encon-
tramos versos de amor en la Biblia: el Cantar de los
Cantares atribuido a Salomón, donde se expresan a ma-
nera de monólogo alternante las cualidades de los aman-
tes:
Como un manzano entre los árboles silvestres
es mi amado entre los jóvenes;
yo me senté a su sombra tan deseada
y su fruto es dulce a mi paladar.
El me hizo entrar en la bodega
y enarboló sobre mí la insignia del Amor.
Como un lirio de amor entre los caros
es mi amada entre las jóvenes.
Es un verso sencillo, lleno de referencias a los sentidos,
reflejando la cotidianidad de la vida y ensalzando las cua-
lidades del ser amado con algunas alusiones metafóricas.
El filósofo griego, Platón, aparece en esta breve historia
del amor por su originalidad en la concepción del amor
que expresa a través de su obra escrita, en prosa, en
forma de diálogo y titulado “El banquete”. En él se ponen
de manifiesto los diferentes tipos de amor posibles, pro-
moviendo la reflexión y la discusión a través de una con-
versación entre varios per-
sonajes. Las opiniones y los
argumentos son tan varia-
dos y dispares que permiten
al lector analizar y resolver
que el amor es puro senti-
miento, y como tal, muy difícil
de definir. Puede ser algo físico,
espiritual, conyugal, filial, homose-
xual, onírico, sensual, imaginario, y
muchas opciones más. La trascenden-
cia en la historia del pensamiento y de
la filosofía de esta singular obra de Platón,
supuso la adopción posterior del término “
amor pla-
tónico
” para denominar todo tipo de anhelo por un
amor imposible o inalcanzable.
Con el paso del tiempo, en al-Andalus, la Hispania mu-
sulmana, el amor viajaba en forma de coplas o romances
hasta llegar al siglo XI transformado en jarchas, que son
la primera expresión de la lírica hispánica que conoce-
mos. Son los cantos de las jóvenes árabes y judías llo-
rando en la ausencia de sus enamorados.
¡Amado mío, sola
no me puedes dejar!
Ven, besa mi boquita,
yo sé que no te irás.
La lírica amorosa medieval
Las Cruzadas y la Reconquista marcan de forma inexo-
rable la evolución de los cantares y de las jarchas hacia
otras formas de expresión lírica. El medievo es la época
de los trovadores, de las doncellas y de los caballeros
andantes, de los lugares idílicos en ambientes palaciegos,
pastoriles o guerreros. En la prosa de la época, las no-
velas de caballerías y las hazañas de los caballeros cru-
zados son todo un éxito entre la población.
Los Cantares de Gesta repetidos hasta la saciedad por
el pueblo se convirtieron en afamados romances épicos
tradicionales, con rimas asonantes en octosílabos, mez-
clando el amor y la muerte; como es el caso del anó-
nimo Romance del Conde Olinos:
Madrugaba el Conde Olinos
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar;
las aves que iban volando
Manuela Plasencia Cano
Breve historia del
amor
en verso
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