Revista Farmacéuticos - Nº 130 - Julio/Septiembre 2017 - page 39

N
o es necesario decir
que La Tauromaquia
tiene un significado,
un sentido y unos va-
lores tanto por su
naturaleza, singularidad, y exalta-
ción de la creatividad que la iden-
tifican como una manifestación cul-
tural única, porque la fiesta de los
toros es creación por eso es arte que primordialmente per-
sigue la emoción estética de los espectadores. En el Ruedo
la emoción el misterio y la magia impregnan nuestros sen-
tidos apoderándose de nosotros, el análisis desde la pasión
y la razón con frecuencia consigue que lo creíble y lo ima-
ginable se superpongan en las mentes más críticas.
Del Mito al Logos como una ceremonia qué se proyecta en
las distintas manifestaciones artísticas; literatura, pintura, ci-
ne, música, identificativas de nuestra identidad.
Pero sin menoscabo de lo antedicho la razón de ser del
toreo es el toro, toro íntegro, encastado, animal posee-
dor de su fiereza; oscuro amor que oprime y pesa, que
canto Gerardo Diego, y este animal al que los taurinos
no humanizamos sino que, como dijo el filósofo Francis
Wolf, “comprendemos la animalidad”, se enfrenta en el
ruedo a una persona: “El Matador” que en función de su
libertad, como característica moral del ser humano, liga-
da a su racionalidad, evocando a E. Kant, con su inteli-
gencia, valentía, inspiración, intuición y arte consigue, res-
petando unas normas prestablecidas ,con tan solo un
percal o una franela, capa o capote ,someterle, mandar-
le y en armoniosa danza crear un arte, unos momentos
de una plasticidad y belleza efímeros pero irrepetibles, a
sabiendas que en esta armoniosa danza puede ¡perder la
vida!, esa es la verdad de la Tauromaquia.
Al respecto el gran filósofo y Catedrático francés Fran-
çois Zumbiehl manifiesta qué:
El sentido profundo de la
tauromaquia consiste en lograr que la muerte, simbolizada
en la realidad de la terrible fiera, sea transfigurada por el ar-
te de un hombre vestido de luces, hipnotizado de alguna ma-
nera; que se deje convencer un momento ya que nun-
ca se dejará vencer del todo…
Y claro que ¡la muerte no se deja vencer!, vi-
da y muerte en el ruedo conviven, toro y to-
rero en lid y uno de los dos muere en ese
ritual. Son muchos los toreros que su trá-
gico destino les encumbró a la gloria, sir-
va de ejemplo el Mihura, Islero de nom-
bre, que alcanzó al gran Manolete en la
plaza de Linares un 28 de agosto
hace ya 70 años. El mundo del to-
ro lloró su muerte.
Hoy los taurinos lloramos, también,
la muerte de otro gran Matador :
Iván Fandiño. Nacido hace 37 años
en Orduña, en el seno de una fami-
lia sin antecedentes taurinos, desde
muy joven quiso ser torero, valiente y arrojado sabia, que
para ello había de recorrer un difícil y dificultoso camino, y
lo hizo a la manera antigua como “maletilla” en capeas por
los pueblos de Cuenca y Guadalajara preparándose, además,
durante algún tiempo en una escuela de Tauromaquia enVa-
lencia.
En estos inicios recaló en Fuentelencina, hermoso lugar de
la Alcarria, pueblo con gran afición a los festejos populares
en los que los toros son su eje central. El 28 de agosto ce-
lebra con gran solemnidad, respetando la tradición, la fiesta
de su patrón San Agustín, y como es costumbre, a lo largo
de tantos siglos, nunca faltan, como importante manifesta-
ción popular, los encierros por el campo y la novillada, en
la bellísima renacentista Plaza Mayor.
Estas novilladas eran una buena oportunidad para los jóve-
nes aspirantes a Matadores, que acudían anhelantes de po-
der torear, práctica casi obligada para alcanzar el objetivo
perseguido ¡Ser toreros¡. Iván Fandiño arribó a Fuentelen-
cina en la década de los 90 en busca de esa oportunidad, y
un vecino del lugar, Benito Martínez Padilla, gran aficionado
y amante de la Fiesta, bonhomía por doquier, persona afa-
ble y generosa, le tendió su mano y junto a su esposa le
proporcionaron su ayuda y su amistad.
Los que disfrutamos de las referidas Fiestas pudimos,
durante varios años, verle en esa hermosa Plaza va-
ciándose con el astado con valentía y entrega, mo-
mentos de arte que señalaban que ese era su cami-
no: Tras la novillada todos los actuantes reparaban
fuerzas degustando, en casa del matrimonio Martínez
las buenas viandas les habían preparado. La amistad
con esta familia perduró inclusive cuando Fan-
diño alcanzó la meta perseguida ¡se figura del
toreo!
Tal vez esta amistad y buen recuerdo de
sus inicios jugaron a favor para que Iván
Fandiño tras su matrimonio con Cayeta-
na, hija del ganadero ecuatoriano propie-
tario de la ganadería de “Campo Bravo”,
adquiriese en Fuentelencina unos terre-
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ROSA BASANTE POL
Pliegos de Rebotica
´2017
DESDE EL CALLEJON
La verdad de la
Tauromaquia
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