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iempre recordaremos al doctor Garrido
(niñas ya sabéis, estoy siempre en Luna
6), como el farmacéutico más popular
del siglo XIX en Madrid. Se podía medir
su popularidad en la fiesta de los toros.
La plaza abarrotada, el Rey de España en su
palco. Llega Garrido y ocupa su lugar en el
tendido de sombra. Se oye el sonido del clarín,
el diestro recibe la muleta y la espada de su
mozo de estoques. “Con permiso señor juez”.Y
va hacia el lugar donde
está… ¿el Rey? No, donde
está Garrido y manda la
montera al brindado.
Hoy vamos a desempolvar
el nombre de otro
boticario cuya figura se
recuerda todos los años en
Galicia: don Perfecto Feijóo
Poncet (1858-1935).
Feijóo terminó sus estudios
de Farmacia en Madrid,
trabajó después de becario
en la farmacia de la Reina
Madre y terminó poniendo
botica en Pontevedra
porque no podía superar la
morriña. Se instaló en 1880
frente al santuario de la
Peregrina y allí comenzó su
leyenda.
Se aburría. Como todos los
boticarios que esperan a
que el parroquiano se
digne entrar a comprar
alguna medicina. Entre
cliente y cliente comenzó a
tocar la gaita y terminó
creando una Coral. Así nació
el Coro “Aires d`a Terra”
un grupo de amigos que se
reúnen para cantar las
canciones gallegas al aire
libre, con su gaita, su
tamboril y su bombo, con los trajes típicos de la
tierra como el chaleco rojo, blancas camisas
labradas y calzones cortos. Lo malo es que en
esas excursiones gastaba el dinero a manos
llenas porque se mezclaba con labriegos y todos
los que se le arrimaban. Se les llevaba a la
taberna para que consumieran raciones enormes
de bacalao con patatas, sardinas asadas, pote de
berza y tocino, todo ello regado con vinos de la
tierra. Así un día y otro. La botica daba
beneficios. La Coral no.
No se limitaban a Galicia. El
coro actuó en Madrid en el
Ateneo y en fiestas privadas
organizadas por la Pardo
Bazán que fue quien
cimentó la fama del
farmacéutico gaitero. De
vuelta en Pontevedra
actuaban en casa de
personalidades como
Montero Ríos en Lourizán y
en cuantas festividades
religiosas y civiles eran
requeridos.
Entre el despacho de las
recetas, la tertulia de su
botica y la dirección de su
Coro, mataba el tiempo.
Una tertulia que no era
cualquier cosa. Porque la
farmacia de Feijóo estaba
junto a la Peregrina, tenía
un banco de piedra adosado
a la fachada que parecía un
mentidero y allí paraban
todos los turistas de
renombre que visitaban el
templo. Emilia Pardo Bazán
que rezaba a la Virgen antes
de marchar a tomar las
aguas a Mondariz. Eugenio
Montero Ríos. Emilio
Castelar. Unamuno,
Castelao. Personalidades del
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Marisol Donis
Pliegos de Rebotica
´2017
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LOS BOTICARIOS
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El boticario
y su loro
Iglesia de la Peregrina y
Estatua del Loro Ravachol