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          Pliegos de Rebotica
        
        
          2017
        
        
          ●
        
        
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          E
        
        
          Enhiesto surtidor de sombra y sueño
        
        
          que acongojas el cielo con tu lanza.
        
        
          Chorro que a las estrellas casi alcanza
        
        
          devanado en sí mismo en loco empeño.
        
        
          Mástil de soledad, prodigio isleño;
        
        
          flecha de fe, saeta de esperanza.
        
        
          Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
        
        
          peregrina al azar, mi alma sin dueño.
        
        
          Cuando te ví, señero, dulce, firme,
        
        
          qué ansiedades sentí de diluirme
        
        
          y ascender como tú, vuelto en cristales,
        
        
          como tú, negra torre de arduos filos,
        
        
          ejemplo de delirios verticales,
        
        
          mudo ciprés en el fervor de Silos.
        
        
          E
        
        
          ste maravilloso soneto de Gerardo Diego,
        
        
          El ciprés de Silos
        
        
          , bullía en mi interior
        
        
          reclamándome el protagonismo inicial para
        
        
          este artículo haciendo de él, por así decirlo,
        
        
          su abanderado: Sí, a este ciprés no se
        
        
          asoman los ojos farmacéuticos ni los de sus ramas
        
        
          más preciosas, Botánica, “Farma”, Fisiología Vegetal,
        
        
          entre otras. Este ciprés está visto “con otros ojos” y,
        
        
          en lugar de hablarnos de sus parénquimas o de sus
        
        
          aplicaciones farmacológicas, “esos otros ojos” lo ven
        
        
          como
        
        
          surtidor de sombra y sueño; como mástil de
        
        
          soledad o saeta de esperanza…
        
        
          ¿Sólo el ciprés? Otros ojos se asoman al espléndido
        
        
          mundo de los vegetales, el más rico de la Creación y
        
        
          dominador de la Tierra con más de trescientas mil
        
        
          especies conocidas.Vale la pena detenernos en lo que
        
        
          ven (y en cómo lo ven) esos ojos.
        
        
          Los simbolistas, por ejemplo, han elevado muchos
        
        
          vegetales a la categoría de símbolos; así: la caña que
        
        
          desde los tiempos antiguos lo fue de realeza. El olivo, de
        
        
          la paz y prosperidad desde que la diosa Atenea, según la
        
        
          mitología griega, plantó el primer olivo en la Acrópolis y
        
        
          lo ofreció a la ciudad.Y su gran producto primigenio, el
        
        
          aceite, que para los judíos era símbolo de amor y de
        
        
          amistad y que, como sabemos, mezclado con vino es el
        
        
          fármaco empleado por el Buen Samaritano.
        
        
          Después del Diluvio la Humanidad se reconcilió con
        
        
          Dios, cuando la paloma enviada desde el arca por Noé
        
        
          volvió con un ramo de olivo en el pico.
        
        
          El laurel, de la victoria. La violeta, de la modestia. La
        
        
          azucena de la inocencia. La amapola y el plátano, de la
        
        
          vanidad. El clavel, de la amistad. La rosa, del amor… Por
        
        
          su parte, San Isidoro explica el nombre de la palmera
        
        
          por sus ramas extendidas en forma de mano; la
        
        
          considera símbolo de honor de la mano vencedora.
        
        
          Los semánticos las verán bajo nombres bellísimos:A las
        
        
          clemátides, los campesinos griegos las llaman
        
        
          quelidonias (de chelidon, golondrina) porque aparecen
        
        
          en primavera, cuando las golondrinas hacen sus nidos
        
        
          en los aleros de los tejados. (Posteriormente, los
        
        
          alquimistas la nombraban como “Don de Dios” porque
        
        
          les servía para obtener su quintaesencia).A la albahaca
        
        
          se la dice “basílica” en italiano porque exhala un
        
        
          perfume de reyes. El tabaco se llamaba antiguamente
        
        
          “Hierba santa” o “Hierba divina”.Al lúpulo se
        
        
          reconocía en la provincia de león como “el oro verde”.
        
        
          Hierba de San Juan, al hipérico, mientras que la
        
        
          siempreviva es “el ojo de Júpiter”.“Yerba de
        
        
          ballesteros” es el
        
        
          Veratrum album
        
        
          , pues con su jugo se
        
        
          hacía un ungüento para untar los casquillos de las
        
        
          flechas y saetas. Por su parte la milenrama es llamada
        
        
          Aquiles (
        
        
          Achillea millefolium
        
        
          ) por el héroe griego Aquiles
        
        
          que curó con ella (es cicatrizante) las heridas de
        
        
          Télefo, rey de Misias.“Sudor de dioses” llamaban los
        
        
          antiguos egipcios a las bolitas de incienso, mientras que
        
        
          el ricino ha sido siempre “la higuera infernal”. El
        
        
          plátano, considerado regalo de dioses, es la “musa
        
        
          paradisíaca” de los
        
        
          botánicos renacentistas y
        
        
          el Dondiego de noche es
        
        
          “Maravilla de Indias”,
        
        
          “Jazmín de Méjico”,“Bella
        
        
          Noche”,“Flor de Panamá”.
        
        
          Pero, sin discusión, es el
        
        
          azafrán la planta más
        
        
          nombrada:
        
        
          Crocus sativus
        
        
          (Linneo),“karkamu” (los
        
        
          asirios),“Sangre de águila”
        
        
          (en Egipto),“Kasmira
        
        
          jaunna” (India),“krokis”
        
        
          (Grecia),“Crocus” (Roma),
        
        
          zahafarán (árabes),“Rey de
        
        
          Ángel del Valle Nieto
        
        
          Con otros ojos
        
        
          
            Baobab (Adansonia grandidieri)
          
        
        
          
            El roble de Guernica.
          
        
        
          
            El Aro gigante