los vegetales”,“Panacea universal” y “Alma de los
pulmones”.
¿Un cambio de nombre? A la
Acacia xanthoploea
los
primeros colonizadores europeos de África la
dieron el nombre de “árbol de la fiebre”: Estas
acacias crecen en lugares cerca del agua y en los que
los colonos contraían frecuentemente las fiebres
palúdicas por lo que se achacó a dichos árboles la
propagación de la enfermedad hasta que,
posteriormente, se identificó como causante la
hembra del mosquito Anopheles.
Los ojos de los más aficionados a los datos se
fijan, por ejemplo, en que el tronco más ancho
del mundo, de cincuenta y ocho metros de
circunferencia, es el árbol de Tule o “ciprés de
Moctezuma”, que se encuentra en la localidad
mejicano de Oaxaca.Y en que el árbol más viejo
del mundo es un pino de California llamado
“Matusalén”, cuya edad se calcula en 4700 años y
citan como el árbol más grande de la Tierra, la
secuoya “General Sherman”, también de
California, cuyo peso de más de seis mil sesenta
y siete toneladas equivale al de cuarenta y una
ballenas azules o al de setecientos cuarenta
elefantes. Por su parte, siguen observado estos
ojos estadísticos, el aro gigante (
Amorphophallus
titanum
) tiene la flor más grande del mundo,
supera los dos metros de altura y los diez kilos
de peso. Huele a carne podrida por lo que en
Indonesia la conocen como “flor cadáver” y sus
flores dolo viven dos o tres días.
Los ojos de la Historia, de la Mitología, de las
Religiones no podían dejar de asomarse a este
universo de las plantas: Así, a Pericles le llamaban
sus conciudadanos de Atenas el
esquinocéfalo
,
porque tenía la cabeza como una cebolla.
Cabe destacar el uso militar que se hacía de la
planta de la mandrágora: El general cartaginés
Himilcon la empleó para librarse del asedio de las
tropas de Denys de Siracusa: se retiró de su
campamento, en donde abandonó odres repletos
de vino en donde se había macerado mandrágora.
Los enemigos lo bebieron y se durmieron
profundamente. Los cartagineses regresaron y
exterminaron a placer a sus adversarios.
Las hojas de rusco (
Ruscus aculeatus
) se empleaban
en la Edad Media para espantar a los ratones.
Los sacerdotes druidas y griegos presentaban a las
parejas recién casadas un ramo de hiedra para
conferirles la bendición de un amor firme y
eterno.
Los galos sentían gran admiración por el
muérdago. Nada más sagrado para los druidas
que el muérdago y el árbol sobre el que medra,
sobre todo si este árbol era un roble. Según
Plinio, el roble santificaba el bosque y los druidas
no hacían ninguna ceremonia sin sus hojas y al
muérdago que llegaba a nacer sobre un roble lo
estimaban como un regalo de Dios.
Por su parte, Catón el Viejo declaraba que, si los
romanos habían podido pasar sin médicos durante
más de seis siglos, el mérito debía a tribuirse al
uso de las berzas.
Carlos I de España y V de Alemania tomaba “agua
de madera”, una infusión de palo santo, milagroso
nuevo remedio venido del Nuevo Mundo y de
gran éxito para combatir la sífilis.
El saúco parece ser que es el árbol con el que se
hizo la cruz en la que murió Cristo. Fue utilizado
con fines funerarios pues se creía que si florecía
el árbol, el alma de la persona que se hallaba
enterrada debajo se encontraría feliz en la tierra
de la juventud eterna.
Los antiguos consagraron el laurel al dios Apolo
y con él se coronaban todos los emperadores
romanos. Como el olivo, ya citado, era señal de
paz y de victoria.
Nerón, mientras tanto, tomaba a diario un caldo
de puerros por creer que con él mejoraba su
timbre de voz.
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Pliegos de Rebotica
´2017
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Ciprés de Moctezuma (Taxodium mucronatum)
Acacia xanthophloea