Revista Farmacéuticos - Nº 127 - Octubre/Diciembre 2016 - page 10

enormes varales se
entrecruzaba con sus
cabezas y conformaba un
frontal rocoso y
ponderado.Veinte metros
más adelante la orden de
parada llegó transportada
por el sonido
característico de los tres
toques del mayordomo
en la campana frontal.
Los discretos gestos de
satisfacción de las
decenas de esforzados
tampoco pasaban
desapercibidos a su
objetivo, bien despierto
ya a las nuevas ocasiones
de percepción y
seguimiento. La terrible
figura del mayordomo
que los guiaba se giró
varias veces y la
concentración de su
impostura arrebató otro ligero escalofrío en la
fotógrafa. Durante esos segundos apresurados
buscó concienzudamente la profundidad de su
mirada, pero el faraón con que armaba su
cabeza amparaba obstinadamente su discreción.
Decidió dar esa batalla por perdida y desviar la
atención hacia los otros motivos que buscaba.
En los últimos segundos de la cortísima parada
intentó rescatar algunos de los muchos detalles
de su entorno. Recorrió con el objetivo a
máxima captación el repujado del trono, los
detalles florales, los glamurosos claveles, los
áureos bordados, el paralelo perfecto de los
cirios, el barroquismo del palio y, algunos
metros más allá, la
intromisión curiosa
de los habitantes
del balcón más
cercano.
La primera llamada
de atención del
mayordomo
poniendo punto
final al mínimo
descanso no se hizo
esperar. La campana
sonó de nuevo y los
hombros se
dispusieron a
comenzar la siguiente etapa del
larguísimo camino que aún les
esperaba. A pesar de la perfecta
sincronía y la similitud de estaturas,
la ligera oscilación del trono
evolucionó a rítmica al confirmarse
el andar constante de los portadores.
Nada quedaba al azar bajo el amparo
vigilante de los capataces. Poco a
poco, las figuras uniformadas iban
pasando ante ella hasta completar el
último tramo de los varales.
Mientras las últimas siluetas se
perdían en la distancia, arreboladas
por la neblina del incienso, la
fotógrafa bajó por fin la cámara.
El contador de imágenes
mostraba un número próximo al
100. Su emoción, aunque
concretada y con ello distraída,
había percibido más de un pulso
satisfactorio y eso la ilusionaba.
Algunas imágenes se habían
mostrado, a priori, esperanzadoramente
simbólicas anticipando un riquísimo universo de
pareceres, afinidades y cercanías. Pero no
siempre conseguían revelar la voluntad precisa
de quien las había encadenado.
Apartada del ruido y concentrada de nuevo en
las imágenes, fue eliminado con rapidez los
evidentes fracasos. La selección no podría ser
certera hasta ser evaluada en las 17 pulgadas de
su ordenador, pero una sonrisa se dibujó
involuntariamente ante la número 73.
Sí, era posible. Tal vez era posible que lo hubiera
conseguido. Tal vez y sólo tal vez, ahí estuviera
por fin esa mirada, ese
universo íntimo de
emoción pura, de
revelación precisa, de
sinceridad sin límites,
la razón persecutoria
de aquella tarde
exquisita y el sentido
último de su
búsqueda.
Secretamente
satisfecha, levantó la
vista y una corriente
de adrenalina disparó
por fin sus
pulsaciones.
PREMIOS AEFLA 2015
10
Pliegos de Rebotica
´2016
Laboratorios Cinfa
Primer Premio
Prosa
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