Gallegos el más ilustre escritor de Venezuela, el
más considerado, el más querido.
Difícil tarea y Cela lo sabe. Pero parece el
hombre soñado entre los novelistas españoles
para escribir ese libro porque acostumbra a
viajar escudriñando para luego narrar a su estilo
lo que otros, visitando los mismos lugares, no
aciertan a mirar o a explicar.
Vallenilla Lanz pone encima de la mesa el
equivalente a tres millones de pesetas de la
época, 1953. No se lo pensó dos veces.
Embutido en un liquiliqui que parecía creado
para él y un sombrero llanero, se dispuso a
recorrer los llanos venezolanos. Un caballo pura
sangre completaba el atuendo. Que Doña
Bárbara se desarrollaba en Apure, pues a
conocer Apure, junto al Arauca. Después
Barinas, Portuguesa, Guárico. Potencias agrícolas,
ríos caudalosos, cocodrilos, anacondas. Sabanas y
bosques, todo le cautivó y de todo ello tendría
que escribir en su novela. Comprobó que la
Venezuela de los años 50 es un país rico, grande,
que podría ofrecer ese apetecido vellocino de
oro, esquilmado en tantos países
Solo que, una novela costumbrista o regionalista
no se improvisa de la noche a la mañana. El
ambiente era lo más importante para Rómulo
Gallegos y él sentía con el corazón lo que
escribía. A Cela no se le podía pedir tanto.
En una de sus conferencias, el propio Cela
explicaba que la ambivalencia del gallego, ese su
desdoblamiento, esa virtud de poder bailar al
son que le toquen, no siempre ha sido
entendido. Tenía razón porque cuando se
publicaron las fotos vestido con liquiliqui,
sombrero y a lomos de un caballo, la manera
más auténtica, de recorrer el llano, muchos le
criticaron “Qué hace Cela disfrazado de
llanero?”. Lo hizo por cortesía y por comodidad.
El liquiliqui es el traje típico llanero, blanco, de
cuello cerrado que se visten tanto para trabajo
como para asistir a una gala, dependiendo de la
calidad del tejido. Le llovieron críticas por todas
partes y todo estaba en pañales.
¿Sería capaz de crear un Hilario Guanipa, un
Santos Luzardo?
De momento crea un personaje que sea otra
Doña Bárbara a la que da nombre, Pipía Sánchez.
Otro a resaltar sería la negra María del Aire, y
se inventa una forma de hablar, un idioma
llanero. Buscaba un personaje fuerte alrededor
del cual girara todo. Sin darse cuenta de que el
protagonista de ese tipo de novelas es la tierra.
El Llano.Y ese eje central no supo describirlo
porque eso no se aprende paseando durante
tres o seis meses a caballo por la zona.
El resultado es un fiasco considerable. El libro se
tituló La Catira y podría haberse llamado La
Gran Impostura.
Doña Bárbara fue inmortalizada por el cine con
una María Félix algo excesiva. En telenovelas
cada cierto tiempo se representa con suerte
desigual sin encontrar la actriz perfecta. Casi lo
logran con Marina Baura nacida gallega y
nacionalizada venezolana.
De Pipía Sánchez no se acuerda nadie.
De la misma manera hubiera ocurrido al revés.
Rómulo Gallegos tampoco podría escribir
Mazurca para dos muertos. En ese libro Cela
plasma la Galicia profunda, atávica, violenta. Que
tampoco se aprende en dos días.
Rómulo Gallegos fue el eterno candidato al
premio Nobel de Literatura sin conseguir
ganarlo nunca. Una injusticia. Camilo José Cela
recogió ese galardón en 1989.
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Pliegos de Rebotica
´2016
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LOS BOTICARIOS
Doña Barbara poster.
Historia de Venecuela
Los llanos-venezolanos.
Rómulo Gallegos