Revista Pliegos de Rebotica - Nº 126 julio/septiembre 2016 - page 37

E
E
n ocasiones es necesario experimentar
direcatmente una situación para que los
datos que contienen se conviertan en
información, éstos en conocimiento y
gracias a la experiencia directa, este
conocimiento se destile en sabiduría.
Parece que el conocmiento por muy elaborado
que esté, por muchas veces que se haya repetido
en el ejercicio profesional adolece de una última
etapa de procesamiento, aquella que solo la
necesidad puede imponer.
No son pocas las ocasiones en que debo abordar
profesionalmente el fenómeno de la conducta
oposicional en niños cada vez más jóvenes. Los
padres se sienten desesperados ante
comportamientos desafiantes de sus hijos, sobre
todo cuando pueden afectar a su futuro y bien
estar.
En esos casos, antes de diseñar un programa de
modificación de conducta para el infante, intento
explicar a los padres el enorme cambio de estilo
educativo que se ha vivido en la cultura
occidental en los últimos cincuenta años. Hoy ya
no es socialmente admisible el uso de la fuerza
para imponer la autoridad, los niños son sujetos
de derecho por sí mismos y más aún de un modo
especialmente protegido.
Así que cuando un niño desafía la autoridad de
sus tutores, estos se ven indefensos, intentan
razonar con él, se deshacen en palabras y la
mayor parte de las veces, su esfuerzo, no tiene el
menor efecto. Después poco a poco, el niño
emperador crece y resulta en un adolescente
tirano.Ante situaciones así se establece un
programa de modificación de conducta basado en
el refuerzo positivo que algunas veces funciona
pero la mayoría, debemos asumir que no
responde a las expectativas que promete el
método.
Pues bien, una vez más, la relación con
mi nieto vino a exigirme un poco más
de calado en la comprensión de
situaciones de desarrollo.
Estábamos en una comida y él decidió no comer.
Su madre se deshizo en explicaciones, después
amenazó con enfadarse, luego incluso llegó a
enfadarse, la frustración
in crescendo
pero el niño
no comía. Su madre no contemplaba la opción de
suspender la comida y al mismo tiempo la
atención volcada en el chaval.
Últimamente había perdido peso y esa opción
estaba descartada por su médico.
En fin, ahí me encontraba yo, testigo de la tiranía
del auto secuestro, todos teníamos más interés
en su salud que el interesado, de modo que
dependíamos de él y él parecía disfrutar ese
poder.
Ante esta situación mi conciencia se esforzó un
poco más de lo acostumbrado, la cualidad
emocional de la experiencia le dió un nuevo
matiz al conocimiento. ¿Qué es la autoridad?
En términos de educador consiste en una mezcla
por parte del educando de afecto y una
componente de miedo.
Así, que sin pensarlo mucho, con calma pero
firmeza le dije: “ Si no comes, vendrá
Fourfingers
y te dará una
bofetada que sonará dos
veces”.
Se hizo un silencio, al menos
el clima de rabieta y
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Javier Arnaiz
Pliegos de Rebotica
´2016
FABULA
Fourfingers
La historia de
un trol que se escribió sola
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