A
A
lphonse Bertillón nació
en Paris en 1853, hijo
de uno de los
fundadores de la
Escuela
Antropológica. Ejerció como
profesor de francés y alemán en
Inglaterra y ya de vuelta a su país
y quizá por la influencia paterna, se
sumerge en el apasionante mundo
de la Antropología.
A Bertillón se le debe el “retrato
hablado” con las posturas de frente y de
perfil y el sistema antropométrico basado en las
medidas corporales, que junto con la fotografía
de los delincuentes serviría para identificarlos.
Con él comienza un auténtico rigor científico en
las investigaciones criminales.
Su sistema consistía en la clasificación e
identificación de delincuentes mediante medidas
óseas, creyendo en que las dimensiones de los
huesos no cambian una vez alcanzada la edad
adulta. Aunque el primero que concibió la
Antropometría es Quetelec en 1871, fue
Bertillón el que empleó esos principios científicos
para identificar delincuentes. Comenzó en 1882
tomando en cuenta las siguientes medidas:
Talla o estatura
del individuo
Abertura de los
brazos
Busto
Longitud de la
cabeza
Anchura de la
cabeza
Longitud de la
oreja derecha
Longitud del
dedo meñique
Longitud de
antebrazo y mano
Diseña una tabla de colores de iris
que clasifica según la pigmentación
en siete grupos que incluye azules,
amarillos, castaños, pardo
negruzcos, pardo listado, pardo
puro, que identifica en las fichas
con claves de números y letras. De
la misma manera que idea un
tallímetro fijo adosado a la pared, el
resto de los instrumentos los lleva en
su famoso maletín: un antropómetro,
una escuadra, un compás de gruesos, el
compás corredera, un calibrador (pie
de rey) y la tabla de iris.
Cuando mide una oreja, tiene que ser la derecha
por ser la visible en las fotografías que se hacen
de perfil. Todos los datos se consignan en una
tarjeta o ficha antropométrica.
Atrás quedaban los tiempos en que a los
delincuentes se les marcaba en la carne las letras
que indicaban el tipo de delito cometido:V para
los ladrones ;VV para los ladrones reincidentes;
GAL para los galeotes; TF para los presidiarios;
FP para los condenados a perpetuidad.
Una de las grandes victorias del
bertillonaje
se
debe a su fichero, descubriéndose que el
anarquista Ravachol era realmente un peligroso
criminal llamado Koenigstein, buscado por la
policía. Este caso le dio fama en el mundo entero.
Pero no todo fue un camino de rosas. Se cuenta
que en una ocasión presentó su proyecto en la
Comisaría General donde tiempo atrás había
trabajado y recibió esta frase célebre: “Vamos
Bertillón, creo que es usted un empleado del
vigésimo grado y que hace apenas ocho meses
que trabaja con nosotros... ¿Y ya quiere tener
ideas? Su informe parece una broma. Si vuelve a
empeñarse en que la comisaría General de Policía
admita sus ideas, su despido será inminente”.
Bertillón trabajaba de día y de noche, pero esa
actividad no despertaba ningún interés entre sus
colegas que le veían como un iluminado. Sus
ideas, a pesar de todo, eran sencillas y geniales
pero no sabía exponerlas adecuadamente, tenía
una oratoria barroca que dormía a su auditorio.
No se rendía nunca. En un año, Bertillón logró
con su sistema, que arrestaran a cincuenta
Marisol Donis
El retrato hablado
de Bertillón
Alphonse Bertillón
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