Revista Farmacéuticos - Nº 122 - Julio-Septiembre 2015 - page 18

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ay que reconocerlo, el término ha
cuajado, pero ¿tiene algún
significado? Generalmente
pretende delimitar a una región
americana, pero a su vez, no
indica qué criterios deberá seguir un país para
formar parte de dicha región.
Si siguiéramos un criterio demográfico y nos
fijásemos en el origen latino de buena parte
de la inmigración que desde Europa recibieron
los distintos países americanos, habrá que
convenir que será difícil encontrar un país
americano sin un número elevado de personas
con dicho origen. Lo que nos llevaría a
cambiar el nombre a todo el continente.
Si nuestra atención se dirige hacia la lengua
romance que hablan o han hablado esos
países, los límites habría que llevarlos no sólo
a la mayor parte de los actuales Estados
Unidos, sino hasta Canadá. Nos
encontraríamos como en el caso anterior
cambiando el nombre al continente.
Pero el término es una realidad, los “latinos”
existen aunque la mayoría de ellos no dominen
dicha lengua.Y ¿quiénes son esos latinos? Pues
los descendientes de los españoles-americanos
con el añadido de los brasileños por aquello
de que Portugal les dio una lengua.
Entonces ¿por qué no identificarles cómo
hispanos? Algunos
puestos a objetar hablan
de iberoamericanos,
olvidando que en la
Hispania romana
se integraba la
provincia de
Lusitania
precedente de
Portugal. Bien,
cualquiera de estos dos
términos serían
aceptables el que
no lo sería de
forma alguna es
el de latino.
Pero ¿de dónde procede?
Parece que quien primero utilizó el término fue
un tal Francisco Bilbao Barquín, nacido en 1823
en Chile, hijo de madre argentina y padre
chileno. Bilbao Barquín odiaba, como buen
masón, todo lo español y en sus viajes por
Europa fue a parar a Francia. Allí fue, ¡¿dónde
mejor?! donde, el 22 de junio de 1856
aprovechando la presentación de su obra
Iniciativa de la América. Idea de un Congreso
Federal de las Repúblicas
, utilizó por primera vez
el término que nos ocupa.
Como ya se ha dicho el término tuvo gran
arraigo, aunque no se explique su significado, y
en el que debió colaborar el lugar de su
nacimiento. Téngase en cuenta la escasísima
presencia de Francia en el continente
americano aunque en pleno siglo XXI siga
manteniendo departamentos, colonias o como
quieran calificarlos.
Lo importante es intentar borrar el paso de
España en la mayor obra humana. Pero lo más
curioso es que entre nuestros conciudadanos
encontremos personas que lo usen
continuamente. Incluso lo utilice la
Administración del Estado o las Naciones
Unidas. Es más, les parece correcto aunque no
sean capaces de definirlo. Suelen
autoproclamarse como progresistas aunque
desconozcan dónde se encuentra su progreso
o avance. Suelen ser los
mismos que repiten
machaconamente el
femenino y el
masculino, o que
utilizan la vocal “a”
para indicar el
femenino de las
palabras terminadas
en “l” o “z” pero se
alejan, para esas
mismas
palabras, del uso
de la “o” en el
género
masculino.
José A. Carmona
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