Revista Farmacéuticos - Nº 122 - Julio-Septiembre 2015 - page 34

A
A
la Edad Media se la ha llamado con
frecuencia “Edad Oscura”, donde todo
podía ocurrir y nada bueno. Tiempo
de Inquisición, de traiciones, de
crímenes, de alquimistas, de
¡estafadores!. Está visto que la Humanidad no
tiene un gran repertorio y se repite por los siglos
de los siglos. Somos de un monótono….
La creencia en las transmutaciones químicas estaba
tan arraigada en la Edad Media, que aquí en España
era admitida por los reyes, magnates y hasta por el
más misero de los vasallos. Empezando por
Raimundo Lulio conocido como el “
Doctor
iluminado
”, a quien los alquimistas tienen como el
más famoso en los secretos del arte transmutatorio.
También es verdad que se le atribuyen falsamente
algunas obras de alquimia que hoy día se sabe que
nunca escribió. Pero como curiosidad: el tratado de
alquimia más antiguo, he averiguado que se conserva
en la Biblioteca Nacional de Paris y fue escrita en
lengua griega por el
famoso Zósimo, el
más primitivo y
popular alquimista.
En España, lo
mismo que en los
demás reinos
europeos, desde
que se estableció
la Inquisición, la
Alquimia fue
objeto de una
completa
ocultación por
parte de los
alquimistas.
Usada siempre
en busca de
conocimientos
ocultos, o más
bien creo yo ¡¡
de magia!! … En
la época
medieval se llego
a asegurar que
era una ciencia
demoníaca y fue prohibido su uso por el Papa Juan
XXII. Pero ninguna obra de Alquimia aparece en el
“Índice”, aunque tanto la Alquimia como los
alquimistas siempre tuvieron mala reputación. Es
más, la Iglesia en Trento no condeno la Alquimia,
salvo cuando ofrecía oro falso. Su mala reputación
se debía mas que nada a su carácter ocultista.
Los alquimistas pensaban que para que la alquimia
fuera efectiva, era necesario que el alquimista
transmutara su propia alma antes de poder
hacerlo con los metales, basándose en la cantidad
de alquimistas que morían al explosionar sus
intentos de transmutar elementos, como el
mercurio en oro.
Por una parte había personas ilustradas que
aconsejaban huir de los alquimistas
“que
comúnmente son locos y engañadores y nunca llegan
a conseguir lo que desean y tienen tan encarnada
aquella pestilencia que no quieren apartarse de ella
jamás
”. Pero también fueron bastantes los
personajes que se sintieron atraídos por los
quehaceres alquímicos, como el arzobispo de
Toledo, Alonso Carrillo, que gastó mucho dinero y
durante ¡laaaaargo tiempo….! procurando “
facer
oro e plata
”.
En la Edad Media, los más importantes alquimistas
españoles, parece ser, que nacieron en el Reino de
Aragón, cuyos Reyes, lo mismo Pedro IV, su hijo
Juan I y hasta el mismísimo rey Martín protegían
esta ciencia y los alquimistas gozaban de una
altísima estima en la Corte. Fue en el siglo XIII
cuando un monje llamado Teofilo da a conocer su
receta para la fabricación del “oro español”, o sea
oro alquímico. En el siglo XV y en la cristiana
Castilla, Enrique de Villena, el arzobispo Carrillo de
Toledo y la Reina Católica, mantienen directa o
indirectamente encendido el fuego de la ilusión
por la alquimia. De Carlos I se dice que poseía
“piedras filosofales” que le fueron regaladas por un
tal doctor Beltrán. Pero el esplendor de la alquimia
en España llega con Felipe II al mismo tiempo que
la hegemonía española llega a su apogeo.
“El Rey Prudente” como se le conoce, nació en
1556 y murió 42 años después (¡que poco duraba
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M. GARCíA PIÑUELA
Pliegos de Rebotica
´2015
La alquimia
en España
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