Revista Farmacéuticos - Nº 118 - Julio/Septiembre 2014 - page 37

A
A
veces cuesta ceder, otras cedemos
por simple educación, aún hay
ocasiones en las que la cesión
proviene del afecto, de la
tolerancia, pero en esos nada
hemos cedido puesto que la cesión indica la
pérdida de una posición y no puede haber
posición en quien se afecta por el otro. Quizá
en todos los casos existe un límite a la cesión y
aunque este límite no vaya más allá de la propia
piel es, de hecho, la frontera más importante
del mundo.Y habrá que decir que no es la
cesión en sí misma la que permite la violación
de esa frontera, es uno mismo quien llevado
por su defensa extrema deja que se derrumbe
desde dentro.
En una ocasión caminaba un campesino por la
rivera de un pequeño río. Llamó su atención un
hombre bien vestido, con atuendo de ciudad
que se movía con el agua hasta la cintura y
cambiando la posición de sus manos al tiempo
que inclinaba su cuerpo de formas grotescas.
Aunque no era aún invierno, el agua no parecía
bajar caliente y el hombre tenía ya sus labios
amoratados.
¿Qué hacéis buen hombre? Preguntó el
campesino.
El urbanita en tono condescendiente replicó:
He venido al campo a detener el curso de este
río.
¿Con que fin?
Sólo para demostrar mi teoría de las corrientes
espectrales.
El campesino se quedó mirando sin
comprender muy bien el propósito, pero su
sencillez le llevó a realizar una nueva pregunta.
¿Y cómo pensáis hacerlo?
Ahora el erudito le miró con suficiencia, pero
el tono bondadoso del campesino obligaba a
dar una respuesta.
He de encontrar el flujo de corriente espectral
para usarla como contrafuerza de la corriente
del río, una vez descubierta la usaré para
detenerlo.
El campesino volvió a mirar al sujeto. Seguía sin
entender ni su propósito ni su procedimiento.
Pero otra vez su natural sencillez le inclinó a
ofrecerse como ayudante.
¿Necesita ayuda?
No me vendría mal. Replicó el científico.
Siempre que estéis dispuesto a seguir mis
instrucciones al pié de la letra.
El campesino se quitó los zapatos y se
sumergió junto al estudioso hasta la misma
cintura.
–¿Qué debo hacer?
–Ahora coloque su
mano en dirección
a la corriente
intentando que
toda su
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Javier Arnaiz
Pliegos de Rebotica
´2014
FABULA
Siguiendo
el río
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