FARMACÉUTICOS N.º 400 -
Noviembre-Diciembre
2014
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Asesoramiento Farmacéutico
Las enfermedades de la piel represen-
tan un motivo muy frecuente de consulta
en la oficina de farmacia. Sin embargo,
la percepción de las patologías derma-
tológicas por cada paciente es diferente
a la que provoca las enfermedades con
otra localización, ya que en dermatolo-
gía se solapan los aspectos puramente sanitarios con los estéticos
y, por extensión, con aspectos psicológicos que deben ser valora-
dos adecuadamente.
Conviene recordar que, por encima de todo, una excesiva seque-
dad cutánea es un problema de índole sanitario, más allá de las
cuestiones cosméticas que puedan acompañarla. Por ello, ante la
sospecha de que el paciente presenta algo más que un aspecto seco
de la piel o una descamación que no responde adecuadamente a
las medidas preventivas que a continuación se mencionan, debe
remitirse al dermatólogo para la realización de un diagnóstico
médico preciso y el establecimiento, en su caso, del tratamiento
correspondiente.
En no pocos casos, el paciente dermatológico teme más a la
imagen que perciben los demás sobre su enfermedad cutánea, que
a las molestias y consecuencias que lleva de forma privada, por
muy molestos que éstas sean. Así, el picor, la quemazón... pueden
«soportarse» mejor que la aparición de vesículas, costras, esca-
mas, etc. Es conveniente que el farmacéutico conozca la secuen-
cia de aparición del trastorno, los efectos de la luz sobre el mismo,
contactos con animales, plantas, metales, viajes (especialmente al
extranjero), síntomas constitucionales, etc. Los principales aspec-
tos a tener en cuenta en una lesión dermatológica son:
1) Evolución de las lesiones:
a) Sitio de aparición.
b) Cómo ha progresado la lesión.
c) Duración.
d) Períodos de mejora o resolución de la lesión.
2) Síntomas asociados:
a) Prurito, quemazón, dolor, etc.
b) Si existe algo que haya mejorado los síntomas.
c) Hora del día en la que los síntomas son mas severos
3) Medicamentos que puede estar tomando.
4) Síntomas sistémicos asociados.
5) Enfermedades concomitantes o previas.
6) Alergias.
7) Presencia de signos de fotosensibilidad.
A los pacientes debe señalárseles la necesidad de ducharse con
agua templada, así como limitar o suspender la utilización de
jabón normal y sustituirlo por emulsiones o jabones emolientes.
Inmediatamente después del baño se aplicará una sustancia emo-
liente. Lo más importante es encontrar el preparado que sea cos-
méticamente aceptable para el paciente. Si es demasiado viscoso
o grasiento puede que nunca se llegue a utilizar. Su aplicación
debe ser tan frecuente como sea posible (como mínimo dos veces
al día), en la dirección del crecimiento del pelo. En zonas como
la cara pueden requerirse productos menos grasientos. Debe te-
nerse en cuenta que si se están utilizando corticoides tópicos, el
emoliente debe aplicarse después.
En cualquier caso, las cremas humectantes y emolientes fun-
cionan mejor cuando se aplican en la piel ligeramente mojada o
húmeda (inmediatamente después de la ducha, como se indicó
antes). Las cremas y geles humectantes no deben contener al-
cohol, aromas, colorantes ni otras sustancias químicas potencial-
mente alergénicas o fotosensibilizantes. Puede utilizar diferentes
tipos de emolientes o humectantes en diferentes momentos del
día y tan frecuentemente como sea necesario para mantener la
piel suave.
Deben evitarse en lo posible:
−− La sudoración excesiva, utilizando la ropa adecuada
−− Los jabones agresivos, así como el manejo de productos quí-
micos y disolventes.
−− Los cambios repentinos de la temperatura corporal y el estrés,
que pueden provocar sudoración.
−− Los agentes alergénicos conocidos.
En cuanto al aseo personal, es recomendable bañarse o ducharse
con menos frecuencia y durante el menor tiempo posible, siendo
preferible el agua fría a la caliente. Utilizar gel o jabón de baño
neutro y sin aditivos (colorantes, aromatizantes, etc.), y solo en la
cara, las axilas, el área genital, las manos y los pies, sin frotar ni
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