Revista Farmacéuticos - Nº 117 - Abril-Junio 2014 - page 21

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an ordenado como culto,Augusto goza
saboreando la música barroca, lee la lírica
dieciochesca, abomina de la pintura
abstracta, y nunca se acuesta más tarde
de las once. Jamás se le ha visto sin
corbata.Tiene los ojos verdes, del verde brillante del
olivo en primavera, pero apaga su esplendor con
unas gafas de anticuada concha marrón. Lleva el pelo
hacia atrás, tan tirante como la gomina y el peine le
permiten, descubriendo unas breves sienes
onduladas.
Aunque ha dedicado la mitad de su vida al estudio
del ser humano nunca ha llegado a comprenderlo.
Ni siquiera se entiende a si mismo cuando
repetidamente, secretamente, inexplicablemente,
sueña que alcanza quiméricos destinos tan alejados
de su realidad como las estrellas lo están del fondo
de los mares a los que alumbran.
Sin embargo, gracias a su versatilidad y a la biblioteca
instalada en su cerebro privilegiado, se ha
convertido a sus cuarenta años recién sobrepasados
en un acreditado escritor de libros de auto-ayuda
“Cómo ser feliz en la vida diaria”;“La virtud de
escuchar”;“La educación de los hijos”;“El matrimonio
perdurable”
– al que sigue con fanática devoción una
nutrida corte de lectores adictos. Requerido
constantemente por universidades, casinos, ateneos,
agrupaciones culturales minoritarias y otros
colectivos más o menos intelectuales, imparte
conferencias y escribe artículos ciertamente bien
considerados.
Augusto, tan ordenado como culto, carece de
vanidad, de enemigos violentos, de amores
lujuriosos, de vicios aceptados, de ambiciones o
rencores ajenos… pero no de sueños.
Tan desmedido como impredecible,Valentino aprecia
sin mesura el vino de reserva y los cócteles de alta
graduación escrupulosamente preparados. Se jacta
de no haber leído un libro completo desde hace
años, casi desde que dejó la universidad, y de que
confunde el nombre de las cinco mujeres populares
a las que hace el amor cada semana.
Periodista de los ecos de sociedad de una revista de
amores, lujo, sexo y economía, transita de fiesta en
fiesta recogiendo confidencias fruto del alcohol y de
otras hierbas. Su lengua voraz le convierte en
temido, más que en respetado, y precisamente por
eso, es halagado constantemente.
Tiene los ojos verdes, del verde del olivo en el
otoño. En el borde de su iris se adivina la
devastación de una corta vida incorregiblemente
desaforada. Su pelo oscuro, siempre cuidadosamente
desordenado, se derrumba en mechones sobre la
frente, proporcionándole un toque infantil y tierno.
Es hermoso, y lo sabe, pero su corazón se oprime
cuando, más a menudo de lo que quisiera, piensa en
el incierto rumbo de su bulliciosa vida.
Valentino, tan desmedido como impredecible, posee
vanidad, presume de ser asediado por las mujeres,
es bebedor y juerguista inveterado, vive en una
obstinada compulsión… y sueña.
Aurora Guerra Tapia
Epifanía
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Pliegos de Reboticca
´2014
La consideración del hombre como un
misterio en medio de la realidad, una
adivinación poética o una negación
poética de la realidad, es lo que podrá
llamarse un realismo mágico.
Arturo Úslar Pietri (1947)
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