C
orría el tiempo en que aún
nadie se había detenido para medirlo, el
devenir se percibía como una sucesión de luz
y oscuridad con una leve impresión de
regularidad. Se sabía que tras la cálida luz
brillante vendría la luz sin brillo con la fría
oscuridad. Así, según las sensaciones
producidas se percibía el tiempo, luz brillante
y cálida, oscuridad luz, luz fría y oscuridad
fría. Pero su regularidad aún era un misterio,
una ligera certeza para los más mayores y
terrible incertidumbre para los jóvenes.
Durante la oscuridad fría, algunos mayores
intentaban en secreto descubrir signos que
anunciaran la luz brillante. Hashuck era de
esos, de los que no se conforman con saber lo
que sus mayores le contaron, ni siquiera le
conformaba aprender por sí mismo,
necesitaba explicar, relacionar los
acontecimientos. Muchas veces miraba el
fuego sin verlo porque todo su entendimiento
se volcaba sobre su conciencia y aunque su
postura era idéntica a la de los otros
miembros de su clan la diferencia era
abismal, ellos se dejaban
embriagar por las llamas, para
Hashuck era
solo un
modo de permanecer tranquilo, de poder ver
lo que solo sus ojos alcanzaban, su memoria.
Apenas unos pasos le separaban de la cima,
con él, tres hembras jóvenes, dos cazadores
recientemente iniciados y nueve niños, cinco
hembras y cuatro machos. Uno de los
cazadores y dos de los niños eran sus hijos,
tres de los seis que había criado, los otros, los
mayores, habían muerto defendiendo al clan.
También murió asesinada su compañera
principal, sus dos hembras secundarias, sus
hermanos y todos los demás miembros. Aquel
grupo era todo lo que quedaba del antaño
poderoso clan de Hashuck, al que todos
conocían como el Clan de Hufshum por la
destreza de sus miembros en el manejo
del fuego. El mismo Hashuck estaba
asociado a este elemento, nació como Shuck
por que fue alumbrado durante una
oscuridad luz y antes que él vino un viento
cálido, después se le concedió el honor de
unir su nombre al fuego porque lo
P
de Rebotica
LIEGOS
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FÁBULA
Javier Arnaiz
Hashuck
