Revista Farmacéuticos - Nº 112 - Enero/Marzo 2013 - page 39

Poetas de hoy
II
Si supiera escribir como te quiero,
una voz gritaría a cada instante,
al dorso del renglón emborronando
el perfil de las sílabas, las tildes
como una tempestad, como un latido,
como un eco que imprime
las palabras
con esa rapidez que los relojes
retornan la memoria y nos desvelan.
Si supiera escribir como te quiero
el mar sería el verso último escrito
sin corregir aún de sus erratas,
y el cielo el corazón de donde nacen
las palabras. Los puntos y las comas,
y el amor, que no sabe
de equilibrios,
tampoco de finales
imposibles.
Minutos junto a ti voy recorriendo
kilómetros de amor que han desnudado
los contornos espesos
del camino.
Minutos compartiendo
las escarchas,
deshojando los pétalos al tiempo,
en cada primavera.
Sentirte cerca, dentro
sosegando la fiebre a mi horizonte.
Sentirte como lluvia
que te moja
y, a la vez, como el fuego
que te abrasa.
Sentirte como un pájaro en su asombro
de volar, como el trigo
que se entrega
en manos delicadas
como nieve.
Sentir la lentitud de tus caricias
siempre como un volcán estromboliano.
Saber que seguirás siendo el acento
de las palabras llanas del poema,
que juntos crearemos
cada otoño.
Cuando caigan las hojas de la rama
que sostiene esta vida
como un péndulo
grabaremos el sello
del cariño
que juntos procuramos ofrecernos
y seremos memoria,
llama viva
porque es fuerte el amor como la muerte.
(De “Fría desnudez del
calendario”, adonais, 2001)
Porque te llamé
Porque te llamé mar mis diminutos
contornos se me hicieron rompeolas
y ensoñaba yuntar en barcarolas
esas penas que agrupan los minutos.
Porque te llamé sol los disolutos
pulgares dibujaban amapolas
y silencios, y herbosas caracolas
nutrían de mi árbol savia y frutos.
Porque te llamé amor lancé una flecha
y hundiendo en el erial su hiriente pluma
brotó de la sequía esta cosecha.
Porque te llamé Dios nació el desvelo,
el sol creó la luz, el mar su espuma
y el amor sigue creando nuestro cielo.
(De “Arañando tu niebla”,
Universidad Complutense, 1998)
Entrega
Cuando pronuncias “Dios” y me circundas
con esa honda mirada de paciencia
inventas en la noche los caminos
por donde la luz nace, en la mañana
veloz para escuchar en tus suspiros
el más ciego deseo por marcharte
a la orilla de Dios, junto a tu hijo
esperándote alado y misterioso
con la misma ansiedad de los centenos
para unirte en abrazos como el día.
Tiene miedo la muerte y se aproxima
descalza, silenciosa en los rincones
oscuros de tu rostro y nos ofreces
ese puzzle de amor que con tus ojos
nos recreas la vida, nos despides.
Te entregas generosa en el silencio
respirando la mansa compañía,
la quietud en la esfera del olvido.
Tiemblan en el ocaso las palabras
flexibles, como el álamo y el junco;
en la estela del tiempo se sosiegan
con ternura tus párpados abiertos.
Y Dios derrama lágrimas oscuras
en los ásperos surcos de la tierra.
Madrugan los arcángeles al límite
del suelo, y tú sonríes como un sauce
con los labios de Dios, mientras te elevas
llevándote el amor como los pájaros
se llevan la alegría con su vuelo.
Y se detiene tu música quebrada
en el árbol cansado de tus hijos.
Y Dios se duerme, madre, entre tus brazos.
(De “Fría desnudez del
calendario”, adonais, 2001)
POETAS DE HOY
Teodoro Rubio
P
de Rebotica
LIEGOS
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