Revista Farmacéuticos - Nº 112 - Enero/Marzo 2013 - page 44

LIBROS
libros
Las caricias del viento
Emilio Gil Ojeda
Ediciones Cardeñoso.- Vigo 2012.- 138
páginas.
P
ara el maestro Azorín, un escritor
era tanto más artista cuanto
mejor supiera interpretar la emoción
del paisaje, pues para él, como para
otros muchos autores del 98, la
naturaleza no es un mero decorado
en el que se desarrolla nuestra vida
sino un elemento sustancial con el
que el hombre debe entablar un verdadero
diálogo. Por ese motivo Azorín sostenía que el
paisaje no debía ser alterado por el progreso
para que de esta forma fuera la referencia de la
identidad colectiva de un pueblo.
Escrito con atención y cuidado durante muchos
años,
Las caricias del viento
es la primera
muestra editorial de la poesía que escribe
Emilio Gil y ciertamente el paisaje es su asunto
principal al que acompañan esporádicamente
algunos otros temas relacionados con el
conflicto de Sarajevo o con el yo profundo
despojado de ropajes. Emilio se fija en el
paisaje común y en su transformación según la
distinta luz por la que trascurre la jornada y en
su caso atiende también al entorno urbano con
preferencia al del litoral.
Describe entonces la distinta percepción de la
vida a su través y el eco que le devuelven las
voces interiores, lo que él denomina
paisajes
del alma
. Su escritura se articula en versos y
composiciones breves en los que el estado de
ánimo revela delicadeza y atención por las cosas
pequeñas:
Al volver, el frescor era violeta; era
el alma un éxtasis, el paisaje undoso, la
recortada piedra.
De otros seres
Carlos Murciano
Huerga y Fierro editores.- Madrid 2012.-
122 páginas.
A
lo largo del tiempo, la fantasía
de los hombres ha ido creando
seres imaginarios. Lo ha hecho en
todas las latitudes por la segura
razón de que los mejores sueños
alimentan con parecida sustancia a
los creadores. En la Edad Media
los bestiarios recopilaban toda
clase de seres quiméricos y reales que pasaron a ocupar
las páginas del folclore. Algunos asustaban y otros
generaban consuelo. Otros simplemente divertían y
encandilaban. Indefectiblemente todos alcanzaban alguna
fibra de sus receptores.
Ahora un escritor de la talla de Carlos Murciano,
retomando pasadas entregas, nos presenta este libro que
si se mira con profundidad no está muy alejado de su
faceta lírica pues encierra, en palabras de Margarita
Arroyo, la imaginación, el duende y el sentimiento.
Alguno de estos seres curiosos fue visto en sueños, con
su cabeza de ánade y su cuerpo de ardilla y con las
constelaciones brillando en los ojos y en seguida el niño
que fue Carlos supo que era verdadero y que podía
deshacer sortilegios con su sola presencia. De ahí a su
elaboración literaria, quedaba un solo paso que se daría a
su debido tiempo.
Pues ocurre que Carlos Murciano conserva con devoción
el afecto por el público infantil y juvenil al que trata con
verdadero respeto. En 1981 irrumpió con
las manos en el
agua
, reconocido libro y antesala del premio nacional de
literatura infantil y juvenil, obtenido en 1982, con
el mar
sigue esperando
. No creo, sin embargo, que pueda
decirse que estos otros seres estén pensados solamente
para la gente joven. Su erudición y su estilo satisfacen a
todos los lectores. La literatura del escritor de Arcos es
una semilla que seguirá fructificando largo tiempo.
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